Imprimir esta página

Antisemitismo

Lunes, 18 de Mayo de 2009

Suele ser habitual aseverar que en España no hay antisemitismo. Según esa afirmación repetida hasta la saciedad, en nuestra nación – que expulsó a los judíos hace cinco siglos – el antisemitismo no existe por definición y, como mucho, se producirían algunas manifestaciones de anti-sionismo, bienintencionadas eso sí, porque arrancan de un desinteresado deseo de defender al oprimido pueblo palestino.

No dudo de que habrá gente que se creerá esos asertos, pero tengo la absoluta convicción de que no se corresponden, por desgracia, con la realidad. Permítaseme relatar, en apoyo de mi tesis, lo que sucedió hace unos días en una de las universidades de Madrid. Uno de los profesores decidió organizar una mesa redonda que analizara la existencia o no de antisemitismo en España. El día del acto, los invitados llegaron a la facultad para encontrarse con una gigantesca bandera de Palestina en la entrada, flanqueada por un pasquín en el que se acusaba a Esteban Ibarra, el presidente del Movimiento contra la intolerancia, de “fascista” y a Jacobo Israel de “adicto a la usura”. Dejo a juicio del lector si el conectar con la usura a un judío por que sí es o no una muestra flagrante de antisemitismo. Sí deseo indicar que los componentes de la mesa redonda tuvieron que cruzar los pasillos de la facultad entre los gritos de una turba de progres que uniformados de la manera tradicional, es decir, pañoleta palestina, ropa desaliñada y aspecto guarro, los increpó de “fascistas” y “judíos”. Esteban Ibarra no dudó entonces en enfrentarse con aquellos niñatos para preguntarles dónde estaban ellos cuando él estaba encarcelado por pertenecer a la oposición a Franco y es que si algo de lo que nadie podrá jamás acusar a Ibarra es de ser un nazi o un fascista. Nadie salvo esos mocosos que viven en el seno de una izquierda como la que parió al socialista Mussolini, inventor del fascismo. La mesa redonda transcurrió relativamente bien, es decir, los reventadores del acto sólo gritaron ocasionalmente. Sin embargo, al concluir las exposiciones, el turno de preguntas se transformó en un acto propio de la Inquisición en el curso del cual – con el apoyo ocasional de alguno de los docentes de la universidad – los asistentes se permitieron, por ejemplo, interrogar sobre su vida privada a Jacob Israel para saber si, efectivamente, era un empresario, circunstancia que, seguramente, hubiera dejado de manifiesto que, como todo judío, no pasaba de ser una rata interesada única y exclusivamente por el dinero. El episodio en su conjunto resultó tan bochornoso que el profesor que lo había organizado solicitó al decanato una condena de lo acontecido. No lo consiguió. Imagino que muchos consideraran que se trata de un hecho puntual. No es así. Es un botón de muestra de cómo la universidad – a la que ha renunciado la derecha – se ha convertido en uno de los bunkers del antisemitismo, un antisemitismo mucho más arraigado en España de lo que parece. Por que no se trata sólo de episodios como el relatado. Ese antisemitismo se percibe en los blogs donde hay gente que habla de los asesinatos rituales cometidos por judíos - ¡después del Vaticano II! – o en las poblaciones donde sigue celebrándose algún festejo denominado “matar judíos”. No es para estar orgullosos. Es, más bien, para que, mientras siga sucediendo, se nos caiga colectivamente la cara de vergüenza.

Me dicen que en Facebook se ha creado un grupo de Amigos de César Vidal. Nunca deja uno de sorprenderse por la generosidad de gente que nada nos debe y la ingratitud y la deslealtad de otros que nos deben todo o casi todo.
 
La firma del sábado en el Corte Inglés resultó – como, por otra parte, era de esperar – sensacional. Centenares de personas, entusiastas de Federico y de un servidor, preguntaron cuál sería nuestro próximo radiofónico para apuntarse a él en la próxima temporada.

Uno de los oyentes y lectores me comentó que su esposa estaba embarazada de gemelos y que pensaba llamarlos Federico y César. Quizá no resulte tan raro si se tiene en cuenta que en el baile de su boda empezaron con el pasodoble de Suspiros de España que Federico usa en La Mañana y que luego interpretaron el Stand By Me con que yo inicio desde hace cinco temporadas La linterna. Desde luego, hay muestras de afecto que abruman. Sin embargo, no es menos cierto que indican hasta qué punto La Mañana y La Linterna han sido durante años referentes radiofónicos ineludibles.
 
Y me llegan noticias, confirmadas por varias fuentes de peso, de cómo será la parrilla de COPE la próxima temporada. Como puede suponerse, no voy a comentar nada hasta que todo sea oficial.

El otro día, hecha oficial la noticia de nuestra salida de COPE, un hermano en la fe me envió un texto imagino que para animarme. Se trata de Isaías 41, 10 que dice: “No temas, porque yo estoy contigo. No desmayes porque yo soy tu Dios que te da fuerzas. Siempre te ayudaré, siempre te sostendré con la diestra de mi justicia”. Humildemente, tengo que decir que nunca lo he dudado. Ni por un instante. A decir verdad, estoy convencido de que lo mejor está por venir y de que nuestra salida de COPE en estos momentos es – aunque todavía no alcancemos a ver todas las razones - verdaderamente providencial.