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Dejad de escupir sobre Alfonso

Martes, 7 de Julio de 2009
En las últimas semanas, he ido asistiendo con creciente desazón a un incremento desatado de la agresividad de algunos medios contra Alfonso Coronel de Palma, el actual presidente de la COPE. Ya resulta lamentable que no pocos de esos medios estén encuadrados en ese biotipo de los confidenciales que no aciertan ni por casualidad, pero es que además algunos de ellos han adulado a Coronel de Palma de manera bochornosa hasta hace cuatro días. Ahora, por lo que parece, la parrilla de COPE está cerrada – sí, sé quién la forma, pero no voy a anunciarlo yo si no lo hace la propia casa – se confirma que la gran estrella de la próxima temporada es Cristina López-Schlichting y, según se deduce de ciertos tonos avinagrados, algunos que pensaban pillar cacho se han quedado a dos velas. Si mi teoría es correcta, esto explicaría más que de sobra la manera desconsiderada, casi brutal, bestial me atrevería a decir con que arremeten contra Alfonso Coronel de Palma. ¡En uno de estos medios se llega a afirmar que el presidente de la COPE es como un pollo al que han cortado la cabeza y va dando tumbos! ¡Incluso se recuerdan condenas judiciales del pasado y causas penales que todavía están pendientes contra Coronel de Palma! Personalmente, creo que esa conducta de acoso y derribo es despreciable y, sobre todo, muy injusta. Es una descarada vileza querer convertir a Coronel de Palma en el macho cabrío que ha de cargar con los pecados de expulsar a Federico de La Mañana – por cierto, con un EGM salido hoy en el que demuestra que es el número 1 de COPE sin discusión y que nadie, absolutamente nadie, ha hecho tanto por esa cadena – y, en mucha menor medida, porque soy mucho menos relevante, a mi.
De entrada, Alfonso Coronel de Palma es el presidente de la COPE, pero no Luis XIV ni Stalin. No dispone de poderes absolutos y omnímodos. A decir verdad, su labor se encuadra en la de un Consejo de administración y su nombramiento emana directamente de la Conferencia episcopal española. Por añadidura, me consta que el propio Coronel consultó la salida de Federico con el consejo, con el comité, con directores de provincias y con gente de diversos departamentos de COPE. Creo no exagerar si digo que pocas decisiones – si es que alguna – se ha adoptado en COPE con mayores respaldos expresos. Cargar ahora las consecuencias de la decisión sobre las espaldas de Coronel es simplemente una ruindad incalificable.

Por otro lado, me consta que Coronel de Palma sólo llega en sus decisiones hasta dónde le permiten. Como el viernes salgo de la casa puedo contar dos anécdotas que sé que no le molestaran y que refrendan ese punto de vista. La primera tuvo lugar cuando Coronel de Palma asumió la presidencia de COPE. Soñaba entonces don Alfonso – él mismo ha dicho que su proyecto vital pasa por ser un nuevo Herrera Oria – por consolidar un proyecto multi-mediático de signo católico del que formara parte COPE. Para forjarlo, pensó en convertir a la Gaceta de los negocios en algo así como el periódico de los oyentes de COPE y nos pidió a algunos directores de programa que abandonáramos el diario en que escribíamos y nos pasáramos a la Gaceta. Cristina López Schlichting aceptó la propuesta de Alfonso Coronel de Palma y por unas semanas escribió en la Gaceta para acabar regresando a La Razón donde escribía con anterioridad. Conscientes de que un error lo comete cualquiera los directivos de ese diario la recibieron con todo afecto. Por lo que a mi respecta, yo le dije a Coronel de Palma desde el primer momento que no tenía la menor intención de pasarme a la Gaceta. Apeló don Alfonso a la amistad, a la grandeza del proyecto y a otros argumentos que seguramente pensó que me resultarían persuasivos, pero yo estaba convencido de que la Gaceta es un medio muerto desde hace mucho tiempo y no cedí. Pues no pasó nada. Coronel de Palma no me puso una pistola en el pecho, no me amenazó, no quiso sobornarme. Simplemente, renunció a sus intenciones para conmigo.

El segundo ejemplo tiene que ver con la emisión de partidos de fútbol en COPE. Yo he sostenido durante años que es absurdo con lo que está cayendo en España que se prive de dos horas de emisión a La linterna para retransmitir partidos irrelevantes salvo para las respectivas hinchadas. No sólo lo pensaba yo. Lo mismo creían centenares de miles de oyentes que no dejaban de escribir a Coronel de Palma para protestar. De todos es sabido que nunca conseguí que suprimieran el fútbol a pesar de las protestas de los oyentes, pero, temporada tras temporada, fui logrando pequeños avances como que se desdoblara la emisión y que, al final, en esa tesitura La linterna se emitiera en FM. Pues bien en una de éstas, Alfonso Coronel de Palma me pidió apelando a nuestra amistad que renunciara a esos avances y que aceptara mutilar La linterna para que hubiera más gente escuchando partidos que no emitía nadie en el panorama de la radio nacional. Por diplomacia, no le dije, por supuesto, lo que pensaba de que alguien apele a una amistad supuesta para torcer el brazo a una segunda persona, pero, por supuesto, me negué en redondo… y no pasó nada. Coronel de Palma no me represalió, ni me envió a un gorila al despacho a amenazarme, ni me impuso su visión “manu militari”.

Cuento todo esto porque estoy convencido de que si Coronel de Palma ha sacado adelante un proyecto en el que la COPE deja de asumir la fórmula de éxito de años para convertirse en una radio “mucho más compacta” como ha señalado la estrella indiscutible de la próxima temporada no se puede hacer recaer sobre él toda la responsabilidad. Si el proyecto se estrella tan culpables como Coronel de Palma – si es que no más – son la Conferencia episcopal, los miembros del Consejo de administración, los representantes sindicales, los directores de provincias y un largo etcétera; y si triunfa a todos y cada uno de ellos les corresponde una parte de esa victoria rutilante de la nueva visión para COPE. Pero aquí todos tienen que saber que no se puede aplicar ese dicho de que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. En otras palabras, dejad de escupir sobre Alfonso porque esa conducta procedente de ciertas personas sólo es una manifestación desvergonzada de vileza moral que aún se acentúa más al comprobar que algunos de los culpables se confiesan públicamente creyentes.

Manzano se enfrenta con una querella de las víctimas del 11-M – sí, Pilar Manjón lo defiende, pero ¿se esperaba alguien otra cosa? – lo que significa que seguramente esto, parodiando a Churchill, no es el principio del fin, pero sí el final del principio.
 
Esta semana me despido de COPE junto con Federico. Recordemos el Salmo 23, ése que comienza diciendo que “YHVH es mi pastor. Nada me faltará”. Tengo esa convicción desde hace décadas y ahora que vamos a iniciar una nueva radio, me siento rebosante de confianza. Podemos abandonar la COPE con el orgullo nada vanidoso del trabajo bien hecho, del deber cumplido y de la conciencia limpia.