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Marxismo cultural (I)

Martes, 18 de Febrero de 2020

Entre las expresiones que han ido extendiéndose en los últimos tiempos, ha adquirido casi carta de naturaleza la de “marxismo cultural”.  De acuerdo con sus defensores, la deriva de la izquierda en la actualidad no sería si no una forma más del marxismo al que se denomina cultural.  La expresión nació en Estados Unidos de una falta de rigor y de un exceso de oportunismo. 

Ya que se iba a atacar a la izquierda, se la calificaba de marxista y dado que ese marxismo no se colegía con facilidad era denominado cultural.  Como el fenómeno se daba en Estados Unidos donde toda mención al marxismo, al comunismo e incluso al socialismo es como citar a la bicha, la descalificación de esos puntos de vista – sin entrar en analizarlos – quedaba servida.  El término no ha terminado de cuajar en Estados Unidos, pero ya algunos bocachanclas y juntaletras lo utilizan en España.  Se trata de un grave error porque, se piense lo que se piense de la izquierda actual, ese denominado marxismo cultural no tiene apenas nada de marxismo, carece de cultura y reviste características abiertamente oligárquicas.  Permítanme poner un ejemplo.  Marx dejó establecido en no pocas ocasiones que una de las metas indiscutibles de cualquier toma del poder por los comunistas era el crecimiento económico.  Ese crecimiento económico tendría que ser incluso gigantesco porque era, primero, la forma de demostrar la superioridad del socialismo sobre el capitalismo y, segundo, la única manera de poder llevar a cabo un aumento en el bienestar de los proletarios.  Esa idea resultaba tan clara para los primeros marxistas que o bien optaron por fórmulas socialdemócratas o bien aceptaron soluciones del momento como la NEP de Lenin o bien impulsaron de manera brutal, pero efectiva el desarrollo de la industria como los planes quinquenales de Stalin.  El crecimiento económico era una meta indiscutible.  Esa visión brilla por su ausencia en lo que algunos denominan ahora marxismo cultural.  Salvo el aumento de sus peculiares patrimonios, los actuales dirigentes de la izquierda no tienen interés en el crecimiento económico del país.  Como mucho, ansían repartir entre sus apoyos oligárquicos y sus clientelas electorales, pero para alcanzar esa meta les basta con subir los impuestos, dar bonus a los esbirros de la Agencia tributaria o endeudar más la nación.  ¿Marxismo cultural?  Marx los expulsaría a latigazos como hizo Jesús con los mercaderes del templo.