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¿Regreso de vacaciones?

Lunes, 14 de Septiembre de 2020

Hoy, reanudamos las emisiones del programa La Voz en su séptima temporada.  La verdad es que quien escribe estas líneas lanza la vista atrás y no se puede creer que hayamos llegado hasta aquí con la cantidad inmensa de obstáculos, dificultades y carencia de medios que hemos padecido.  Gracias a Dios y a la gente que ha colaborado con el crowdfunding, hasta aquí hemos llegado y hoy nos reincorporamos.  La cuestión es que yo debería llegar fresco, descansado, nuevo tras las vacaciones, pero la realidad es que no ha habido vacaciones.  De entrada, estuvo la promoción de mi último libro Un mundo que cambia.  Era lógico y esperable, pero también resultó agotador.  Hubo semanas en que ni un solo día estuvo exento de entrevistas que rara vez bajaban de una hora de duración.  Como manera de descansar no es la ideal, pero hay que cumplir con las obligaciones y yo siempre lo hago animado y animoso.  

Con todo, lo que más me agotó en este tiempo que iba a ser de vacaciones fue la inmensa nube de personas que pidió ayuda en medio de la crisis del coronavirus.  Un porcentaje importante fueron personas desorientadas, angustiadas y no pocas veces aterradas, pero no faltaron – todo hay que decirlo - los descarados.  A los primeros, fueran individuos, iglesias, misiones o medios, los atendí encantado quitando tiempo incluso al sueño.  Resultan indescriptibles la angustia, el dolor, la zozobra sufridas por gente del común y por personas que, se supone, debían de saber actuar en tiempos de incertidumbre, pero que, por el contrario, no pocas veces se encuentran tan desconcertados como aquellos a los que debían orientar.  A todos he procurado atenderlos con paciencia, dedicación y compasión porque me consta que se trata de gente presa de la ansiedad y que necesita ayuda de las maneras más diversas: unas palabras de tranquilidad, un grano de esperanza, unos minutos de escucha…  No han contribuido, precisamente, a que mis vacaciones fueran vacaciones, pero, por nada del mundo, les hubiera cerrado la puerta.

De los segundos, casi no me atrevo a hablar.  Gente que pretendía lanzar un programa valiéndose de mi presencia, que había decidido poner en marcha un medio utilizando mi nombre, que deseaba impulsar un centro usando mi rostro… todo ello es, desde su punto de vista, seguramente, inteligente.  El problema es que gente con la que no he tenido jamás relación profunda alguna pretendía que pusiera en órbita sus historias y, por supuesto, que lo hiciera totalmente gratis.  El caso más grave – ni con mucho el único - fue el de un espabilado hispano que afirmaba estar filmando un documental y pretendía entrevistarme durante una hora sobre el tema, en mi casa – bonita manera de ahorrarse el coste de un estudio – y gratis.  El negocio era redondo.  Me sacaba todo el material histórico necesario para su empeño – así me lo dijo además - me mostraba luego diciendo cuatro frases cortadas y, por supuesto, se llevaba todos los beneficios.  El muy descarado intentó venderme la estafa además apelando al diplomático que, supuestamente, me había recomendado – y, a lo mejor, era verdad – y a la causa noble que vendía.  Tengo que confesar que no termino de asimilar esas situaciones.  Yo comprendo – y estoy encantado – de que alguien con quien he tenido una relación me pida un favor de ese tipo.  Sabe que mi respuesta será siempre afirmativa.  También apoyo multitud de causas nobles, pero las que yo decido no la que le conviene a alguien en especial que ha llegado a la interesante conclusión de que poner mi foto en un poster le resultará rentable.  

Añádase a todo lo anterior un golpe emocional como no he sufrido en mucho, mucho tiempo – me atrevería a decir que en décadas – el terminar de darle vueltas a las nuevas secciones de La Voz – que comienzan hoy mismo lunes – y el ir configurando lo que, Dios mediante, a partir de finales de octubre, será un centro de estudios bíblicos on line destinado especialmente al mundo hispano.  Piénsese un poco en ello y se comprenderá que mucho tiempo para descansar no he tenido.  Y sin embargo… sin embargo, como diría Aznavour, no lamento nada aunque no pueda evitar que me descompongan los aprovechados, los descarados y los desvergonzados.  A ésos - a diferencia de los agobiados, los amedrentados, los angustiados que siempre tendrán mis puertas abiertas - no tengo la menor intención de darles cuartel de ahora en adelante.  La época es muy difícil, las batallas son innumerables y el tiempo es corto, muy corto, en especial para mi que cada año se me pasa más aceleradamente.   Razón de más para aprovecharlo bien y para no consentir que lo aprovechen los aprovechados.

Gracias por todo ello a aquellas personas que, durante estos meses, me ayudaron a sobrellevar cargas, de manera generosa y desinteresada, simplemente porque creían en lo que hacían, porque eran amigos, porque me querían.  Ellos se merecen lo mejor y, desde luego, tienen un lugar en mi corazón.  

Las novedades no son pocas.  Comento algunas a vuelapluma.  De entrada, La Voz tendrá más secciones semanales y, en concreto, una sobre Historia de España y otra sobre medicina natural.  Además, ese genio que es Isaac Jiménez ha puesto en marcha una plataforma por suscripción donde no sólo adelantaremos materiales informativos sino que además ofreceremos otros en exclusiva como un espacio de economía semanal televisado con Lorenzo Ramírez y un servidor de protagonistas.  Como ya les he señalado antes y después de mucho tiempo de pensarlo, a partir de finales de octubre abriremos un Centro de estudios bíblicos online del que ya informaremos con más amplitud.  Quien escribe estas líneas está firmemente convencido de la necesidad de arrojar luz en medio de este mundo cambiante en que nos encontramos.  También en lo que queda de año aparecerán nuevos libros, en concreto, en inglés y en español, verá la luz mi libro sobre la Reforma y la mujer que se ha retrasado tanto tiempo y tres álbumes para niños que igualmente circularán en las dos lenguas señaladas.

Ayer domingo, el jefe de opinión de La Razón me anunció que desaparecen mis dos columnas semanales – miércoles y domingo – algo que provocará emociones diversas.  Yo, la verdad, es que después de más de una década de colaborar dos veces a la semana con La Razón me voy a sentir raro no enviando las colaboraciones en tiempo y forma.  Me ha comunicado que me pedirán semanalmente una pieza de internacional y que también escribiré en nacional, pero la verdad es que me queda muy en el aire cuando y si seguiré saliendo.  Yo lo siento por varias razones, pero una de ellas es que ahora que uno de los columnistas diarios de La Razón – antiguo ministro del interior de Rajoy y opusdeísta de pro – va a ser citado por el juez y puede que dando con sus huesos en la cárcel junto a otros jerarcas del PP, estoy convencido de que habría podido escribir columnas muy interesantes.  Dios mediante, lo haré desde otros medios.  Al menos en lo que se refiere a La Razón, creo que voy a tener que trabajar menos y eso se agradece dados los grandes y muchos desafíos que se presentan esta temporada.   

Hoy volvemos y lo hacemos más comprometidos que nunca con nuestro compromiso de ser La Voz de los que no tienen voz, de contar lo que nadie o casi nadie cuenta y de no comprometernos más que con la Verdad y la libertad.  Con toda seguridad, el equipo de La Voz no los va a defraudar y más ahora en que hemos añadido nuevos frentes de batalla.  Espero que lo disfruten todo una singladura tras otra.  De algo tiene que haber servido quedarse sin vacaciones…  God bless ya!!!  ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!