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Subhumano

Lunes, 25 de Mayo de 2009
En 1930, Alfred Rosenberg en Der Mythus des 20. Jahrhunderts utilizar el término Untermensh (subhumano) para referirse a aquellos que, supuestamente, se hallaban por debajo de lo humano. El término hizo fortuna y en 1933, una publicación de la SS titulada precisamente El subhumano cargó contra los judíos indicando que pertenecían a esa categoría. En 1942, la Oficina principal de la raza del III Reich distribuyó un panfleto titulado Der Untermensch (El subhumano).

El texto tuvo una tirada de 3.860.995 ejemplares en alemán y además se tradujo a otras catorce lenguas europeas más. En la obra se señalaba que “el subhumano, que biológicamente aparenta ser una creación de la naturaleza similar con manos, pies y una especie de cerebro, con ojos y una boca, es, sin embargo, una criatura completamente diferente”. A esas alturas, el método nacional-socialista resultaba obvio. Para emprender con éxito la gigantesca tarea de exterminar a millones de seres humanos, antes había que desproveerlos de su condición de tales. Apelando a la ciencia – una ciencia risible, dicho sea de paso, judíos, enfermos mentales, personas con dolencias irreversibles fueron clasificados como algo vivo, pero no humano. Una vez colocados en ese grupo, la tarea del exterminio masivo podía llevarse a cabo con total tranquilidad. Y, efectivamente, así fue. Comento todo esto no por el gusto de desplegar ante el lector algunos datos poco conocidos de la Historia del nacional-socialismo alemán, sino para indicar que estaba prácticamente convencido de que el concepto de subhumano había quedado confinado a las páginas más siniestras de la Historia hasta que esta semana tuve ocasión de escuchar a la ministra Aído afirmando que un feto era un ser vivo, pero no un ser humano como había dejado de manifiesto la ciencia. Si en vez de escuchar semejante dislate con acento andaluz lo hubiera oído en alemán, les doy mi palabra de honor de que hubiera puesto mi mano en el fuego porque acababa de pronunciarlas un convencido miembro del partido nacional-socialista obrero alemán (NSDAP). Si la ignorancia es una eximente – y resulta más que dudoso – quizá la ministra sea inocente, pero esa circunstancia no se puede aplicar a Ángel Gabilondo, el ministro de educación. Cualquier persona decente habría respondido que las palabras de la ministra son, como mínimo, una majadería. Pero, interrogado sobre ellas, el señor Gabilondo prefirió escudarse en la frivolidad para no descalificar a su más que objetable compañera de gabinete. Para ser sinceros, no sé cuál de las conductas me parece peor, si la de una ignorante que priva a seres inocentes de su carácter humano para legitimar que se los extermine en masa sin el menor escrúpulo de conciencia o la del profesor universitario que, encaramado a una poltrona ministerial, se inhibe con una gracieta de denunciar semejante barbaridad. En el III Reich, hubo idealistas, no pocas veces semianalfabetos, dispuestos a ejecutar cualquier orden que procediera de su Führer como una señal de progreso, pero tampoco faltaron sujetos con más instrucción, ascendidos a cátedras o ministerios, que se limitaron a mirar hacia otro lado al ver cómo se expulsaba a los judíos de sus trabajos y se preparaba a la población para el baño de sangre. Se puede discutir quién tuvo más culpa del genocidio, pero sus bases quedaron asentadas cuando alguien afirmó que algunos seres humanos eran subhumanos. 

El sábado estuve en Málaga pronunciando una conferencia sobre el mito de la convivencia de las tres religiones en la España de la Edad Media. Calificarla de éxito resultaría en exceso modesto. Baste decir que hubo que empezar la conferencia no tras los cinco minutos de cortesía sino con un cuarto de hora de antelación porque las salas estaban llenas a rebosar, porque no paraba de colocarse gente en cualquier lugar y porque incluso los asistentes colapsaban las escaleras. No era cuestión de esperar quince minutos en esas condiciones de apiñamiento.

Al final hubo algún tiempo para preguntas y surgió, como no podía ser menos, el tema de la COPE. Insistí en que la dirección de la cadena tiene todo el derecho del mundo a cambiar de directores de programas de la misma manera que el presidente de un club de fútbol cambia a los jugadores, insistí en que no podía decir dónde estaríamos el año que viene ya que antes lo suyo era que la dirección de COPE hiciera público el nombre de nuestros sustitutos e insistí en que, Dios mediante, en septiembre tanto Federico como yo estaríamos detrás de un micrófono defendiendo esta nación y la libertad lo que provocó calurosos aplausos.

- El otro día estuvo José María García en la COPE para una entrevista. Me han llegado rumores de todo tipo sobre su contenido, pero no he acertado a dar con ella en la página web de COPE. Quiero atribuir esa circunstancia a mi conocida torpeza con la informática y agradecería a la persona que me pudiera enviar el archivo sonoro.

- Me siguen llegando reacciones de la entrevista que hace dos semanas le hice en La Linterna al P. Artemio Vítores, vicecustodio de Tierra Santa, sobre la visita de Benedicto XVI a Israel. Conozco al P. Vítores desde hace años y me consta que habló con el corazón y que todo lo que dijo fue la pura verdad. Otra cosa, claro está, es que no coincidiera con lo que deseaban escuchar algunos. El problema es que hay gente más papista que el papa y cuando alguien señala algo que, a su juicio, daña la imagen de la iglesia católica arremeten ciegamente contra el mensajero. Esta gente debería seguir el ejemplo del propio Benedicto XVI que, yendo de camino a Estados Unidos, señaló lo vergonzoso que había sido el comportamiento de los sacerdotes pederastas en lugar de empeñarse en tapar lo que hay que sacar a la luz, limpiar y curar. Ellos sabrán por que dedicarse a escuchar cada frase pronunciada por Federico para luego emplearla en su contra a parte de no ser un ejemplo de conducta cristiana dice muy poco de su calidad humana.

- El eco del análisis grafológico de ZP que escribí la semana pasado y que publicó la revista Época ha sido estruendoso. En algunas zonas de Madrid, la revista se agotó en cuestión de horas y no había quien encontrara un ejemplar. Insisto en que se trató de un análisis sin ánimo de ser exhaustivos porque la personalidad del presidente del gobierno tiene aún más tela que cortar.

- Este sábado, mientras iba a Málaga a pronunciar la conferencia, fui leyendo el texto hebreo de algunos Salmos. Me llamó especialmente la atención el versículo 11 del Salmo 18. Después de señalar que Dios va a desencadenar su juicio sobre la tierra y que éste será terrible, el salmista afirma que “Dios puso la oscuridad como un lugar en que esconderse”. En otras palabras, cuando Dios está actuando de manera más clara, más rotunda, más sonora en la Historia, por ejemplo, juzgando al género humano, resulta más que posible que semejante hecho, verdaderamente trascendental, sea pasado por alto y la razón es que Dios ha decidido esconderse tras los mismos acontecimientos. Sólo algunos reciben el privilegio de poder ver Su mano tras hechos que son verdaderamente sobrecogedores.