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Bitácora del campus: domingo

Lunes, 14 de Septiembre de 2015

Todo lo bueno – salvo la vida eterna – está llamado a tener un final. El I Campus literario no iba a ser una excepción. Lo pensé cuando Juan José me regalaba su libro sobre Bolívar a la hora del desayuno y yo me decía que echaría de menos su enorme erudición unida a una elegante humildad así como a su esposa Umbelina.

Ellos dos eran un par de ejemplos de unos asistentes que han sido verdaderas joyas por una u otra razón. Cuando me despedía de los participantes que salían por la mañana destino a la Casa de Cervantes no podía evitar sentirme hondamente satisfecho. Estaban contentos por la gente conocida, divertidos por las anécdotas, agradecidos de haber aprendido en el campus, deseosos de volver a reunirnos… todo era una suma de sentimientos positivos y generosos que – lo confieso – me han hecho sentirme abrumado. Ha sido gente excepcional la que ha venido a este primer campus llamado a hacer Historia. Profesionales y amas de casa, intelectuales y estudiantes, gente de mayor o menor fortuna personal, pero todos queridos y apreciados por mi y por Sagrario Fernández-Prieto que anoche se quedó charlando con ellos hasta más de las dos de la madrugada. De verdad que los queremos porque se han hecho querer desde el primer momento. Para colmo hasta han creado un grupo de wassapp – God bless ya – que nos permitirá mantenernos unidos en la distancia. Luego partirán para Francia, para Alemania y para distintos lugares de la geografía española, pero seguirán teniendo un lugar en nuestro corazón.

Habrá que corregir detalles para el próximo encuentro, pero las líneas maestras ya han quedado fijadas. Dios mediante, a finales de la primavera o inicios del verano, volveremos a encontrarnos, pero ya en Israel y, también Dios mediante, nuestro próximo campus literario discurrirá por otros senderos. Quizá la picaresca, quizá los heterodoxos españoles, quizá… da lo mismo. La gente que venga sabe que tiene garantizados excelentes talleres literarios y conferencias de interés para profundizar en la cultura y, sobre todo, una compañía difícil de mejorar. Hubo quien dijo que sólo un pueblo con cultura puede ser libre. Pocas cosas podré yo desear más que extender la libertad y éste es uno de los caminos.

A Luis Ortiz – sin el que jamás habría podido celebrarse este campus – a Sagrario Fernández Prieto – que estuvo sensacional en sus talleres de escritura – a Miguel Luján – que tan gentilmente me ayudó con transportes y consejos – a invitados como Curro Royo o Pilar Muñoz o Miguel Díez – y, sobre todo, a los asistentes a los que no menciono uno por uno para no caer en la pesadez les estoy sumamente agradecido. Me han proporcionado no poco disfrute, no poca alegría y no pocas inyecciones de sensatez y cultura en estos días. A todos ellos… God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!! … y hasta el año que viene.