Hay momentos especialmente difíciles en esta vida.  Yo los he vivido y estoy convencido de que los que lean estas líneas habrán pasado por experiencias iguales o peores.  La pérdida de un ser querido, la enfermedad, la desgracia económica, la soledad, la incomprensión, la ignorancia sobre el camino que hay que seguir en los peores momentos son sólo algunos ejemplos.  Para remate, este año 2020 ha estado erizado de dificultades.

     La lectura del Corán deja de manifiesto un cambio radical en la primera visión de judíos y cristianos y en la última.  Inicialmente, los mensajes transmitidos por Mahoma fueron conciliadores apelando a una visión común de las religiones monoteístas.  Esa identificación, como tuvimos ocasión de ver, resultaba especialmente acentuada en el caso de los cristianos.  No en vano, el texto que quedaría recogido en 5: 82 afirmaba:

La muerte de Felipe II se produjo en unos momentos en que la situación de España resultaba especialmente delicada.  Durante décadas, se había visto embarcada en la defensa de la causa de la Contrarreforma; sus tesoros habían sido dilapidados en beneficio de los intereses de la Santa Sede; su aislamiento internacional había llegado a ser, literalmente, asfixiante; y, por añadidura, nada indicaba que la situación fuera mejorar.  Para colmo de males, su hijo y sucesor Felipe no era una persona dotada para dirigir un imperio.  Sin embargo, de manera sorprendente y casi podría decirse que inesperada, España mantuvo la hegemonía durante unas décadas antes de entrar en el colapso final.

El editorial de César Vidal.

La década de los cincuenta fue la época dorada de los melodramas en Hollywood.  Se trataba de grandes películas, con temas escabrosos, pero expuestos con enorme elegancia; con una duración raramente inferior a las dos horas y con un elenco de actores, directores y guionistas verdaderamente sensacional.  Por regla general, la base del relato además era una novela de no poca extensión.  Entre esos magníficos melodramas se encontraba la cinta que en España se tituló – sin mucho sentido – Con él llegó el escándalo.  Adelanto que los temas eran de cuidado y más para la España de la época.  Robert Mitchum, Eleanor Parker, George Hamilton y un jovencísimo y convincente George Peppard eran los protagonistas de un drama rural en el que se entremezclaban el adulterio, la esposa frígida, los hijos ilegítimos, los embarazos adolescentes y multitud de temas que iban de las espinosas relaciones conyugales a las no más fáciles paternofiliales.  Todo esto se podía encontrar en la literatura española desde hacía décadas, pero la manera en que quedaba narrado en las películas de Hollywood era considerablemente más sugestivo, delicado e incluso bello. 

Con César Vidal y Roberto Centeno.

Este mes hizo un año de ese gran éxito editorial que fue el libro de Enrique de Diego titulado La gran traición.  La verdad es que no me sorprende porque es un trabajo muy sólido y bien documentado en el que yo mismo aprendí no pocas cosas que ignoraba de  Es.Radio.  El libro sigue funcionando y si no lo han leído, les recomiendo su lectura para comprender la realidad de los medios de comunicación en España.  Les adjunto una entrevista que Enrique de Diego me realizó con ocasión de este aniversario.  Espero que la disfruten.  God bless ya!!!   ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

Y ésta es la entrevista.

Después de bastantes meses de ausencia, regresé hace unos días a El Espejo con Cao para hablar precisamente del fraude electoral en Estados Unidos.  Tema delicado que sigue en el aire y en el que los medios de comunicación están actuando de la manera más vergonzosa.  Hablé con claridad.  Espero que lo disfruten.  God bless ya!!!   ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

Resulta totalmente oportuno que tras referirse a las pésimas relaciones con unos dirigentes religiosos que iban a provocar el juicio de Israel, Lucas recoja enseñanzas de Jesús sobre las relaciones personales en un mundo que yace en el pecado.  A decir verdad, toda esta sección es, en realidad, una continuación de lo que vimos la semana pasada.

Algunos himnos clásicos son conocidos siquiera porque el cine de Hollywood los ha reproducido en las películas con cierta frecuencia.  Es el caso del famoso ¿Nos veremos en el río?  Su letra contiene una pregunta que yo me he formulado en más de una ocasión.  De repente, estando al lado de alguien a quien aprecio, incluso a quien amo entrañablemente, no puedo dejar de preguntarme si me encontraré con esa persona al otro lado o, desgraciadamente, no será así.  Puedo contar – aunque no del todo – que en cierta ocasión en que estuve al borde de la muerte no vi ni túnel ni luz cegadora, pero sí contemple un río y a gente que estaba al otro lado.  En un momento dado, yo pude atravesar aquella corriente cristalina, pero no lo hice.  Es obvio que sigo vivo.  También es obvio que desde entonces no he podido dejar de unir esa experiencia con la letra de esta canción.