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Charlot se fue a la guerra

Jueves, 3 de Abril de 2014

Hay ocasiones en que la Historia parece encabalgarse. En 1914 – hace ahora cien años – la Historia del mundo cambiaba con la Primera guerra mundial hasta extremos que no se han corregido todavía. De hecho, en no escasa medida, sufrimos problemas derivados de aquella que se denominó Gran Guerra. Al mismo tiempo, un inglés llamado Charles Chaplin se estrenaba como creador de un personaje al que se llamó “Little tramp” o “Little fellow” (El pequeño vagabundo o el pequeño sujeto).

​A decir verdad, Chaplin ya había aparecido en la pantalla en los cortos cómicos de Mack Sennett, pero el nuevo personaje conocido como Charlot, es decir, Carlitos, marcaría un antes y un después. Inicialmente, Chaplin comenzó a ganar 150 dólares a la semana en 1914. Cuando dos años después firmó con la Mutual, su salario semanal había subido a diez mil además de un bonus por otros ciento cincuenta mil. El contrato con la Mutual incluía una clausula relacionada directamente con la guerra mundial que ya había estallado en Europa. Chaplin no podía abandonar los Estados Unidos sin el permiso de la compañía lo que significaba que no se alistaría en el ejército británico que, a la sazón, ya llevaba sobre sus espaldas la carga militar del Frente occidental sustituyendo al francés. Los británicos podían criticar lo que quisieran, pero Chaplin se quedó en Estados Unidos al suculento cobijo de la guerra de trincheras. Sin embargo, involuntariamente, contribuyó al esfuerzo de guerra aliado en 1916. En ese año, se estrenó una película titulada Zepped donde se mostraba, a lo largo de siete minutos, los efectos del bombardeo sufrido por Londres a cargo de un Zeppelin. De manera bien significativa, Charlot aparecía en tomas de tres de sus películas, pero, con seguridad, nunca supo de aquella cinta que caería en el olvido y de la que sólo sobreviviría una copia. La situación cambió de manera radical cuando en abril de 1917, el coloso del norte decidió entrar en el conflicto al lado de los Aliados.

Las críticas contra Chaplin se hicieron tan acerbas que acabó presentándose en las oficinas de reclutamiento para alistarse en el ejército de Estados Unidos. Tuvo suerte. Lo rechazaron por corto de talla. Para intentar acallar algunas opiniones negativas, en abril de 1918, decidió apoyar a cara de perro la venta de Bonos de la libertad para financiar la guerra. Tras terminar A Dog´s Life, Chaplin acompañado de Douglas Fairbanks y Mary Pickford comenzó una gira de promoción de los bonos que se inició en Washington y siguió a Nueva York. Chaplin además enlazó con otro trayecto que lo llevó por el sur comenzando en Petersburg, Virginia y siguiendo por Rocky Mount, Wilson and Raleigh. Sin embargo, el mayor aporte de Chaplin a la historia de la primera guerra mundial vino ligado a su decisión de protagonizar Shoulder Arms (Armas al hombro). Hoy en día, la película es considerada un clásico, pero, en aquel entonces, levantó serias suspicacias. Cecil B. de Mille, por ejemplo, consideró que hacer bromas con la guerra en aquellos momentos implicaba peligros. Sin embargo, Chaplin estaba convencido del proyecto y en septiembre de 1918 había logrado acabar una versión de cuarenta minutos. El resultado no terminó de gustarle. Si, al fin y a la postre, se estrenó fue porque Douglas Fairbanks se rio a carcajadas al verlo.

El estreno tuvo lugar en octubre de 1918, poco antes de concluir la guerra, y el éxito fue extraordinario. Quizá en 1917 habría sido considerado irreverente, pero en 1918, con la contienda casi concluida, fue recibido como una bocanada de aire fresco. No sólo eso. Al llegar la paz, permitió que la gente contemplara la guerra no como el horror que había sido sino como un episodio histórico no desprovisto de humor. Medio siglo después, Chaplin volvió a revisar la película y le añadió metraje documental de la guerra en las trincheras. Vista con el paso del tiempo, la obra contiene un claro mensaje antibelicista. El protagonista hace lo posible para no presentarse voluntario, comprende a la perfección la carta que recibe un camarada de armas sintiendo lo mismo que él y deja de manifiesto lo absurdo de la lucha. No es poca reflexión para la primera guerra mundial. Auténtico degolladero, dio lugar a la creación del primer estado totalitario de la Historia en Rusia y a la aparición de los fascismos y el estallido de una segunda guerra mundial. Para colmo, no pocos de los problemas que creó no han sido todavía solventados. Buen motivo para reflexionar en este centenario, quizá con la misma filosofía que Charlot.