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¿La república abandonada?

Martes, 6 de Marzo de 2018

Desde hace años se ha difundido machaconamente que la suerte de los vencidos en la guerra civil española se debió al abandono y la traición de las democracias. Semejante tesis, en ocasiones, se ha sostenido de manera pedestre y, en otras, más extensamente.

Un libro reciente titulado Importación de armas en la guerra civil española. Discrepancias historiográficas con Ángel Viñas deja de manifiesto que es insostenible. Debido a Lucas Molina y Rafael Permuy, aniquila esa tesis de una vez y para siempre. Lucas Molina es uno de los mejores historiadores militares del momento y Rafael Permuy une a esa misma condición un conocimiento extraordinario del armamento derivado siquiera en parte de su condición militar. Molina y Permuy demuestran, entre otras cuestiones, en esta obra indispensable que, primero, no es verdad que las armas recibidas por el ejército de Franco fueran más y mejores; segundo, que no es verdad que el Ejército popular de la república contara con menor y peor ayuda militar y, tercero, que no es verdad que ese supuesto abandono fuera la causa de la derrota en la guerra civil. Por el contrario, mediante un examen riguroso y unidad a unidad de la artillería, los blindados y la aviación lo que queda de manifiesto es que hasta 1937, el bando republicano tuvo una superioridad clara en número y material que no supo aprovechar. El ejército rebelde fue asegurando, paso a paso, la victoria, pero no fue por contar con más y mejores armas. Las cifras son tan contundentes; las descripciones, tan exactas y los datos, tan irrefutables que a los defensores de la leyenda de la república solitaria y peor armada lo único que les queda es entonar la palinodia y reconocer sus groseros errores. El magnífico libro de Molina y Permuy no entra en el terreno político, pero la tesis hubiera podido ser la misma porque si, por ejemplo, Gran Bretaña – como he documentado ampliamente en varios de mis libros – no simpatizó con el Frente popular no fue porque abandonara a una supuesta democracia sino porque le constaba ya en 1936 que no era sino un proyecto totalitario que aspiraba a sovietizar España. Defender lo contrario a estas alturas es como escribir el Mortadelo aunque sea desde una cátedra. Por si acaso, lean pronto el libro porque si la nueva ley de memoria histórica prospera podrían ir a la cárcel por atreverse a hacerlo.