Imprimir esta página

Villon Poéte et Larron

Miércoles, 3 de Julio de 2019

Era un profesor de cabellos completamente blancos, aunque escasos.  En su clase, que era diaria, no nos faltaban las obligaciones y una de las más peculiares consistía en aprendernos una ficha en la que figuraba la vida y obra de un escritor francés y además en francés.  He lamentado muchas veces el haber perdido aquellas fichas que repetíamos de memoria desde la primera hasta la última palabra.  Sin embargo, aún la memoria me trae retazos de aquellos textos.  Uno de ellos anunciaba de manera pomposa Francois Villón, poéte et larron (Francisco Villón, poeta y ladrón).  La idea de que un poeta pudiera dedicarse además al robo me resultó desde el principio muy sugestiva.  Tanto que me empeñé en hacerme con los escritos de aquel sujeto extraordinario.  No quedé defraudado.  Por ejemplo, en su Legado cuenta como en la Navidad de 1456, una época del año bien desagradable sobre todo cuando no se tiene calefacción, siendo bachiller, Villón decidió liberarse de la cárcel amorosa a que se veía sometido.  Pero lo mejor, sin duda, fueron sus baladas.  Se trataba de escritos irónicos, cargados de humor, en ocasiones tapizados de melancolía en los que lo mismo se refería a los delincuentes que habían tenido la mala suerte de ser ahorcados que a las damas que antaño fueron hermosas y ahora daban la impresión de haberse convertido en ruinas.  Ha pasado más de medio milenio y, sin embargo, Villón se nos ofrece con una frescura y una actualidad sorprendentes.  Y no sólo eso.  Además Villón no cayó en el cinismo.  En sus versos hallamos una manifestación tras otra de su amor por Francia, de su pasión hacia los mujeres y, de manera evidente, de su preocupación por el juicio de Dios que deseaba abordar perdonado por el Altísimo.  No sorprende que Robert Louis Stevenson lo convirtiera en héroe de una de sus novelas cortas y que incluso Hollywood se fijara en él y le dedicara una magnífica película – Si yo fuera rey – que, lamentablemente, no resulta fácil de encontrar.  Es lo contrario de lo que sucede con su poesía, una poesía a la que merece la pena regresar.