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Mahoma (I): Introducción

Viernes, 6 de Septiembre de 2019

La figura de Mahoma continúa siendo una gran desconocida en Occidente.  Durante siglos, Mahoma sólo fue contemplado como el origen de un impulso enemigo que había ocupado partes enteras de Europa – desde la Península Ibérica a los Balcanes pasando por Sicilia – al que se entendió y presentó como un archihereje o como el mismo Anticristo.  Los golpes asestados por los ejércitos musulmanes eran ciertos y dolorosos, pero la visión que se tenía de Mahoma y del Islam era también, en no escasa medida, deplorable y falsa.  Se tardó siglos en traducir el Corán a cualquier lengua occidental y también durante siglos, los autores occidentales pudieron decir que los musulmanes adoraban a un ídolo de Mahoma – doble disparate en una religión monoteísta y que además prohíbe el culto a las imágenes – y vincularon su vida y su enseñanza exclusivamente con menciones a los harenes y la guerra. 

A decir verdad hubo que esperar prácticamente hasta el s. XIX, para que los acercamientos historiográficos a la figura de Mahoma se acometieran partiendo de criterios científicos.  Se analizó entonces con notable rigor el conjunto de fuentes relacionadas con Mahoma y el islam; se las sometió a la crítica histórica y, finalmente, se proporcionaron aportes ciertamente notables al estudio científico.  En paralelo a los intentos de biografiar a Mahoma, se abordaron cuestiones como el origen del Corán, su desarrollo o su contenido.   Se trató de una línea de trabajo que, ya en el siglo XX, contó con aportes hispanos como los de Cansinos Assens o Vernet, ambos, de manera bien reveladora, traductores tanto del Corán como de las Mil y una noches.   Ciertamente, en ninguno de ambos casos, sus biografías se adentraron en los terrenos de la crítica historiográfica, pero sí dieron, al menos, buena cuenta del contenido de las fuentes islámicas e intentaron acercar al personaje a un público hispano tradicionalmente hostil y que todavía hace unos años relataba chistes de dudoso gusto sobre Mahoma.

De manera bien reveladora, mientras que los estudios sobre Mahoma y el Islam han continuado desarrollándose de manera extraordinaria en el curso de la última década, no es menos cierto que, en el caso de España e Hispanoamérica, la mayoría de las nuevas biografías publicadas está teñida por una coloración irenista o incluso proselitista.   Así, o han aparecido biografías que orillan prácticamente todos los aspectos espinosos de la vida de Mahoma (K. Armstrong) o lo presentan simplemente desde la perspectiva del Islam de una manera totalmente acrítica (M. Lings) cuando no abiertamente propagandística (Tariq Ramadan).  Incluso, hemos llegado a ver textos donde Mahoma aparece absorbido en la Nueva Era (D. Chopra).         

El irenismo y el proselitismo tienen, sin duda, su interés desde una perspectiva sociológica e incluso psicológica, pero ninguna de las dos actitudes es propia de una investigación histórica seria y rigurosa.  Ésa es, por el contrario, la finalidad de esta serie que tiene como meta acercar la figura de uno de los grandes fundadores de religiones a un público que, verdaderamente, quiera conocer quién y qué enseñó Mahoma.

Mahoma es un personaje relevante desde una perspectiva historiográfica independientemente de fenómenos contemporáneos como el terrorismo islámico, la revolución iraní o la “primavera árabe”.   Ciertamente, todos ellos pueden estar inspirados, en mayor o menor medida, por Mahoma y su enseñanza, pero éstas ya resultaban de notable importancia muchos siglos antes.  Sin duda, un fenómeno de más de mil millones de personas que creen en Mahoma como el sello de los profetas posee una enorme importancia por si mismo.  Sin duda, no es posible analizar con propiedad situaciones como la Hermandad musulmana o Hamás sin conocer la enseñanza de Mahoma.  Sin duda, no está de más intentar comprender lo que creen – y, sobre todo, sienten – las decenas de millones de musulmanes que se han asentado en los últimos años en el seno de la Unión Europea.  Sin embargo, la figura y la enseñanza de Mahoma disfrutan de una importancia que trasciende de esos hechos de la misma manera que Jesús es mucho más relevante que las Cruzadas, el arte gótico o el Vaticano II  y que Buda lo es más que el Dalai Lama, la dieta vegetariana seguida por algún actor de Hollywood que afirma encontrarse entre sus seguidores o alguna despistada película de Bertolucci. 

Esta serie seguirá una metodología propia de la ciencia histórica y no de la teología o de la filosofía.  Así, se procederá a analizar las fuentes para determinar lo que podemos saber de su vida y enseñanza; a someterlas a la crítica partiendo de los últimos estudios filológicos, arqueológicos e históricos sobre el tema – en su inmensa mayoría no traducidos al español y desconocidos por el público de habla hispana – y a articular unas conclusiones relativas al desarrollo vital del personaje y de su enseñanza.  Deducir en qué medida de esos desarrollos derivan fenómenos actuales es un proceso en el que ya no entra esta obra quedando al libre arbitrio del lector.  Precisamente por ello, si, gracias al resultado final, alguien consigue comprender de manera más cabal quién fue Mahoma y lo que enseñó, quien esto escribe se dará por más que satisfecho.

CONTINUARÁ