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XXI.- El inicio de la predicación en la Meca (VII): El segundo período mecano (615-619) (IV): La conversión de Umar

Viernes, 28 de Febrero de 2020

En el año 616, y tras el episodio de las aleyas satánicas, resultaba obvio que Mahoma no iba a dejar de predicar su mensaje por mucho que se le presionara.  Un idólatra llamado Umar b. al-Jattab adoptó entonces la decisión de acabar con el problema de manera drástica en la convicción de que el mensaje de Mahoma estaba causando problemas de no escasa envergadura.  Según la tradición, al saber que algunos seguidores de Mahoma se habían reunido en la Dar al-Arqam para escucharlo predicar, echó mano de la espada y se dirigió al lugar con la intención de acabar con su vida.  Atravesaba enloquecido la calle cuando se tropezó con un primo suyo llamado Nuaym b. Abd Allah al-Nahham.  Nuaym era un seguidor secreto de Mahoma y, cuando Umar le confesó sus propósitos, se permitió aconsejarle que se fuera a su casa y arreglara sus asuntos.  Cuando Umar, sorprendido por aquellas palabras, le preguntó a qué se refería, Nuaym le respondió que su cuñado y primo Said y su hermana Fátima seguían a Mahoma. 

Abrumado por lo que acababa de escuchar, Umar se dirigió a la casa de su cuñado en el momento en que éste y su hermana escuchaban la sura 20 de los labios de Jabbab b. al-Aratt.  Los gritos que lanzó Umar al entrar en la morada alertaron a los reunidos permitiendo que el lector se ocultara y que Fátima se escondiera el texto debajo de las piernas sobre las que se hallaba sentada en cuclillas.  A pesar de todo, Umar había oído a alguien recitar e insistió en que le dijeran de que se trataba.  Inicialmente, el matrimonio intentó esconder la verdad, pero semejante actitud lo único que logró fue que Umar comenzara a golpear a su cuñado.  Intentó separarlos Fátima con el resultado de que cayó al suelo cubierta de sangre.  Fue en ese momento cuando tanto su hermana como su cuñado le confesaron que seguían a Mahoma.  El reconocimiento de este hecho y la visión de su hermana ensangrentada provocó en Umar una súbita sensación de vergüenza y, acto seguido, suplicó que le leyeran lo que habían estado escuchando.  Tenía Umar cierta práctica literaria y estaba convencido de que podría juzgar el material si lo oía.  Entonces llegó a sus oídos lo siguiente:

 

¡En el nombre de Al.lah, el Compasivo, el Misericordioso!

  1. th[2].

1/2. No hemos hecho descender el Corán para que padezcas,

2/3. sino como amonestación para quien se guarde,

3/4. como descenso de Quien ha creado la tierra y los altos cielos.

4/5. El Compasivo se ha instalado en el Trono.

5/6. Suyo es lo que hay en los cielos y en la tierra, entre ellos y lo que hay bajo tierra.

6/7.  No es preciso que te expreses en voz alta, pues Él conoce lo secreto y todavía más.

7/8. ¡Al.lah! ¡No hay más dios que Él! Posee los nombres más bellos.

8/9. ¿Te has enterado de la historia de Musa[3]?

9/10. Cuando vio un fuego y dijo a su familia: «¡Quedaos aquí! Distingo un fuego. Quizá pueda yo traeros un tizón o encontrar guía en él».

10/11. Cuando llegó al fuego, le llamaron: «¡Musa!

11/12.  Yo soy tu Señor. Quítate las sandalias! Estás en el valle purificado de Tuwa.

12/13. Y te he escogido Yo.  Escucha lo que se inspira.

13/14. Yo soy Al.lah.  No hay más dios que Yo. ¡Adórame, pues, y haz la oración para recordarme!

14/15. La Hora llega - estoy por ocultarla - para que cada uno sea retribuido según su esfuerzo.

15/16. ¡Que no te aparte de ella quien no cree en ella y sigue su pasión, pues te perderías! 

16/17. ¿Qué tienes en la diestra, Musa?»

17/18. «Es mi vara», dijo. «Me apoyo en ella y con ella vareo los árboles para mi rebaño. También la empleo para otros usos».

18/19. Dijo: «¡Tírala, Musa!»

19/20. La tiró y se convirtió en una serpiente que reptaba.

20/21. Dijo: «¡Agárrala y no temas! Vamos a devolverle a su condición primera.

21/22. ¡Y llévate la mano bajo el brazo! Saldrá, blanca, sana - otro signo-.

22/23. Para mostrarte parte de Nuestros grandes signos.

23/24. ¡Ve a Faraón! Se muestra reacio».

24/25. Dijo: «¡Señor! ¡Abre mi pecho!

25/26. ¡Facilítame la tarea!

26/27. ¡Desata el nudo de mi lengua!

27/28. Así entenderán lo que yo diga.

28/29. Dame a alguien de mi familia que me ayude:

29/30. a Harún[4], mi hermano.

30/31. ¡Aumenta con él mi fuerza

31/32. y asóciale a mi tarea,

32/33. para que Te glorifiquemos mucho

33/34. y Te recordemos mucho!

  1. Tú nos ves ciertamente».

35/36. Dijo: «¡Musa! Tu ruego ha sido concedido.

36/37. Ya te agraciamos otra vez.

37/38. Cuando inspiramos a tu madre lo siguiente:

38/39. 'Ponlo en esta arqueta y déjalo en el río. El río lo depositará en la orilla. Un enemigo mío y suyo lo recogerá'.  Deposité en ti amor que venía de Mí.

  1. para que te criaras bajo mi mirada[5]
  2. Cuando tu hermana pasaba por allí y dijo: '¿Queréis que os indique a alguien que pueda criarlo?'. Así te devolvimos a tu madre para consuelo de sus ojos y no estuviera triste. Mataste a un hombre y te salvamos de la tribulación poniéndote a prueba. Viviste durante años con los madianitas y luego, por decreto, viniste, Musa. 
  3. Te he escogido para Mí[6].

41/42. ¡Ve! acompañado de tu hermano, con Mis signos, y no descuidéis recordarme!

42/43. ¡Id a Firaún![7] Se muestra rebelde.

43/44. ¡Hablad con él amablemente! Quizás, así, se deje amonestar o tenga miedo de Al.lah».

44/45. Dijeron: «¡Señor! Tememos que la tome con nosotros o que se muestre rebelde».

45/46. Dijo: «¡No temáis! Yo estoy con vosotros, oyendo y viendo.

46/47. Id, pues, a él y decid: 'Somos los enviados de tu Señor. ¡Deja marchar con nosotros a los Hijos de Israel y no los castigues!  Hemos venido a ti con un signo de tu Señor. ¡La paz sea sobre quien siga la guía!'

47/48. Se nos ha inspirado que caerá el castigo sobre quien desmienta o se desvíe».

48/49. Dijo: «¿Y quién es vuestro Señor, Musa?»

49/50. Dijo: «Nuestro Señor es Quien ha dado a todo su forma y, luego, la ha encaminado».

50/51. Dijo: «¿Y qué ha sido de las generaciones pasadas?»

51/52. Dijo: «Su conocimiento está en un libro junto a mi Señor.  Mi Señor no pasa nada por alto ni olvida.

52/53.   Os ha puesto la tierra como cuna y os ha trazado en ella caminos y hecho bajar agua del cielo para hacer brotar toda clase de plantas.

53/54. ¡Comed y apacentad vuestros rebaños! Hay, en ello, ciertamente, signos para los dotados de entendimiento.

54/55. Os hemos creado de ella y a ella os devolveremos y os sacaremos otra vez de ella».

55/56. Le mostramos todos Nuestros signos, pero negó su verdad y rehusó creer.

56/57. Dijo: «¡Musa! ¿Has venido a nosotros para sacarnos de nuestra tierra con tu magia?

57/58.  Vamos a traerte otra magia igual. ¡Fija entre nosotros y tú una cita, a la que ni nosotros ni tú faltemos, en un lugar adecuado!»

58/59. Dijo: «Vuestra cita será el día de fiesta. Que la gente se reúna por la mañana».

59/60. Firaún se retiró, preparó su estratagema y acudió.

60/61. Musa les dijo: «¡Ay de vosotros! ¡No inventéis mentira contra Al.lah! Si no, os destruirá con un castigo. Quien invente falsedades, sufrirá una decepción».

61/62.  Discutieron entre sí su plan y mantuvieron secreta la discusión.

62/63. Dijeron: «En verdad, estos dos son magos que, con su magia, quieren sacaros de vuestra tierra y acabar con vuestra extraordinaria forma de vida.

63/64. Preparad vuestra estratagema y luego, venid uno a uno. ¡Quien gane hoy será feliz!»

64/65. Dijeron: «¡Musa! ¿Quién es el primero en tirar? ¿Tú o nosotros?»

65/66. Dijo: «¡No! ¡Tirad vosotros!» Y he aquí que le pareció que, por efecto de su magia, sus cuerdas y varas echaban a correr.

66/67. Y Musa tuvo miedo en su interior.

67/68. Dijimos: «¡No temas, que ganarás tú!

68/69. Tira lo que tienes en la diestra y devorará lo que ellos han hecho, que lo que ellos han hecho es sólo una artimaña de mago. Y el mago no tendrá éxito, venga de donde venga».

69/70. Los magos cayeron postrados. Dijeron: «¡Creemos en el Señor de Harún y de Musa!»

 

     El resto de la Sura 20 continua el relato del enfrentamiento de Moisés (Musa) con el faraón.  En términos generales, hay que señalar que los episodios presentan serias contradicciones con lo que relata la Biblia.  En el texto bíblico, el faraón no debe ser persuadido por Moisés sino que Dios le indica desde el principio que Él mismo lo endurecerá para así manifestar su gloria (Éxodo 4: 21).  Por añadidura, los magos del faraón no son convencidos por el milagro de la serpiente, sino todo lo contrario (Ëxodo 7: 11 ss) lo que desencadena un ciclo de plagas que Mahoma desconoce a juzgar por el contenido de la sura.  Este tipo de diferencias no pequeñas entre el texto de la Biblia y la predicación de Mahoma explica sobradamente porque los judíos no podían creer que su mensaje procediera de Dios.  Sin embargo, Umar no contaba con ese conocimiento previo de la Biblia y se enfrentó con un texto en el que un verdadero profeta del Dios único – Moisés – era acusado de brujo igual que lo era Mahoma, una conducta que acarreaba el juicio divino condenatorio.  Conmovido seguramente por aquel paralelo y también por el tratamiento que había ocasionado a su hermana, Umar echó a correr hacia el lugar donde se encontraba Mahoma y allí, a voces, anunció que aceptaba su predicación.

      El episodio ha llegado hasta nosotros con algunas variantes [8], pero no puede dudarse de su historicidad.  Su trascendencia, desde luego, no era escasa.  En apenas un año, los idólatras habían contemplado como dos personajes de la relevancia de Hamza y Umar se convertían en seguidores de Mahoma.  Animados por aquella perspectiva, según la tradición, otros miembros del grupo volvieron a dirigirse a la Kaaba para pronunciar allí sus oraciones.

CONTINUARÁ


Véase:  T. Andrae, Mahoma…, pp. 39 ss; K. Armstrong, Oc, p. 47; M. Cook, Muhammad…, pp. 12 ss; E. Dermenghem, Mahomet…, p. 30 ss; J. Glubb, Oc, pp. 123 ss; M. Lings, Oc, pp. 98 ss; T. Ramadan, Oc, pp. 63 ss; J. Vernet, Oc, pp. 52 ss; C. V. Gheorghiu, Oc, pp. 154 ss.

[2]  Como en tantos casos en que una sura comienza con letras de significado desconocido se han acumulado las explicaciones.  Según Ibn Abbas, significaría “Oh, hombre”.  Otros han preferido referirlo a uno de los nombres de Mahoma: Taha.

[3]  Es decir, Moisés.

[4]  Es decir, Aarón.

[5]  Esta aleya está suprimida en algunas ediciones del Corán.

[6]  A partir de aquí vuelve a variar la distribución de las aleyas según las distintas ediciones del Corán.

[7]  Es decir, al Faraón.

[8]  Sobre ellas, véase J. Vernet, Oc, pp. 52 ss.