La operación no salió mal, pero los médicos le advirtieron de que no podría pronunciar una sola palabra en un año y que después era posible que tuviera que olvidarse de cantar. En aquellos largos tiempo de silencio y espera, el enfermo comenzó a componer. No tenía esperanza de cantar aquellas piezas, pero, al menos, ansiaba mantener su relación con el mundo de la música. Pero el año pasó y, para sorpresa de casi todos, descubrió que su voz había cambiado, pero no era inútil para entonar una canción. Fue así como logró que aceptaran que presentara una de sus composiciones en el Grande Ole Opry de Nashville, verdadero templo de la música country. La canción señalaba como en esta vida existe un tren al que nunca se debe subir porque su conductor es el mismo Diablo. Para conseguir librarse de ir entre sus pasajeros, había que aferrarse al Padre Dios porque en Jesús hay victoria. El impacto de la canción fue tan sensacional que la gente, emocionada, se puso en pie aplaudiendo y pidiendo un bis. El joven intérprete, más que sorprendido, accedió, pero, embargado por la emoción, repitió una de las estrofas en una equivocación que pasó desapercibida a casi todos. Acababa de nacer una estrella del country. Se llamaba Josh Turner y la canción, Long Black Train. Seguramente, para muchos resultará familiar porque durante años fue una de las sintonías del programa Es la noche de César. Sin embargo, lo más importante es la relevancia de su mensaje: si no quieres acabar en el tren que desemboca en el desastre, aférrate a Dios a través de Su Hijo Jesús.
Y éste es el video oficial de la canción.