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Nanjing (II): la Historia conservada

Viernes, 11 de Mayo de 2018

Nanjing es una ciudad con más de tres mil quinientos años de Historia. Lamentablemente, no me puedo detener en ella todo lo que desearía.

Ciertamente, me encantaría poder relatarles, siquiera de manera somera, la andadura prodigiosa de una ciudad que fue capital de los seis reinos, que resistió con bravura la brutalidad japonesa desde inicios de los años treinta, es decir, casi una década antes de que diera inicio la segunda guerra mundial y que se convirtió en sede del gobierno nacionalista chino. Sin embargo, voy a resistir con firmeza la tentación. Me voy a limitar a referirme a la manera en que en esta ciudad se puede ver cómo trata la Historia el actual gobierno chino. Un ejemplo claro es el museo-sede del gobierno nacionalista chino, es decir, el mismo que combatió ferozmente a Mao durante una sangrienta guerra civil y que luego perpetuó el enfrentamiento desde la isla de Taiwán. Si en China se comportaran como los partidarios de la memoria histórica, todo resquicio habría sido totalmente borrado de ese pasado opuesto ideológicamente y un complejo período histórico se reduciría a cuatro frases inexactas de agitación y propaganda. Por fortuna para los chinos, su dictadura comunista es mucho más veraz de cara a la Historia que la democracia española.

Cualquiera que se acerque – merece la pena – a la sede del gobierno nacionalista chino en Nanjing no sólo verá abierto al público un conjunto de edificios cuidados con auténtico mimo y escrupulosa personalidad sino que también se encontrará con un reconocimiento histórico-público hacia la figura de Chiang kai-shek, el enemigo por antonomasia del comunismo chino. Uno puede recorrer el despacho del generalísimo chino, las salas de reuniones del gobierno, los despachos de la burocracia e incluso ver las fotos que rinden homenaje a Chiang kai-shek. Es un trozo de Historia china y, se piense lo que se piense de ella, no se puede borrar por sectarismo ideológico.

Como en tantas cosas, los chinos se muestran aquí muy superiores a los españoles. Porque seamos sinceros y no eludamos la realidad. ¿Se imagina alguien que en España se rindiera homenaje a Franco por su papel en el desembarco de Alhucemas en un museo nacional dedicado a las guerras de Marruecos? ¿Puede alguien pensar en que se glorifique como héroes a los combatientes del bando vencedor de la guerra civil en un museo cuando se quitan las calles al fundador de la Legión o incluso a un almirante de la guerra de Cuba? Sin embargo, eso, de manera equivalente, es lo que están realizando desde hace tiempo los comunistas chinos que han comprendido que un sentimiento nacional fuerte que incluya a todos resulta esencial para el progreso. En España, los actuales comunistas – y no sólo ellos – no sólo van por el camino contrario sino que no se frenan a la hora de vomitar sobre la nación y de colaborar con sus enemigos jurados como son los nacionalistas catalanes y vascos. Por supuesto, se borra todo lo que no les resulta grato o es abiertamente molesto. ¡Incluso se enseña que la Seguridad social que creó Franco se debe a Felipe González! Pues que nadie se engañe. Una de las claves del resurgir espectacular de China es no sólo la flexibilidad económica sino, fundamentalmente, el patriotismo. A contrario sensu, esa ausencia de patriotismo, sustituido por el ansia de mantenerse en el poder, es una de las causas esenciales de la crisis actual española.

 

CONTINUARÁ