Con 19 años era Gran maestro del ajedrez y once años antes – sí, once – había logrado convertirse en subcampeón del mundo de ajedrez en sub-10. Pero además de ser una figura de prestigio internacional, Paco Vallejo es un hombre que ama a su patria. En medio de la crisis que los políticos crearon, representó a su nación por un estipendio que apenas llegaba a la categoría de simbólico. Como otros – no muchos, es verdad – Paco Vallejo ha sido durante años una de esas personalidades que elevan el nombre de España en el mundo y que lo hacen además sin obtener privilegios ni tratos de favor. Inteligente, trabajador, desinteresado, amante de España… era excesivo. Hace unos meses, sobre Paco Vallejo cayó una de esas inspecciones de los Montoro´s Boys (o girls) que parten de una interpretación más que discutible de la ley fiscal, pero que someten a la víctima a todo tipo de acciones despóticas con la finalidad de exprimirlo e intentar que las cuentas le salgan por una vez al ministro de Hacienda. En el caso de Vallejo, se computaron como ganancias lo que eran sólo pérdidas y además sumar sanciones e intereses de forma que tuviera que pagar más de que lo que hubiera podido ganar. Mediante este método habitual, hay empleados de la Agencia tributaria que perciben una recompensa económica creada ex profeso por Montoro. Vallejo vio cómo sobre él se desplomaba todo. Su madre cayó gravemente enferma por la presión, descubrió que los seguros de los bancos no son siempre lo que dicen ser, sus bienes sufrieron todo tipo de medidas y él mismo, el pasado mes, se retiró del campeonato de Europa porque no podía soportar el acoso. Es más que posible que los tribunales le acaben dando la razón – la Agencia tributaria pierde más del 51 por ciento de las causas – pero nadie podrá compensar a Vallejo del daño sufrido por su madre, por su patrimonio y por su honra. Es más que posible que además el genial ajedrecista decida marcharse de una España que consiente semejantes atropellos e instalarse en otra nación. Hacienda no podrá estrujarlo más y sus triunfos irán bajo distinta bandera. Gracias, Montoro.