La gente vive, pero eso no significa que tenga un sentido para su vida ni que ésta discurra más allá de funciones biológicas elementales. Que esas vidas, a fin de cuentas vacías, se vean llenadas por las más diversas adicciones o por sentimientos tan degradantes como el odio, la codicia, la ambición o la envidia no sorprende. Simplemente, es natural. La naturaleza, a fin de cuentas, odia el vacío. Sin embargo, para millones de personas en el mundo, la vida es algo diferente porque es vivida en los términos descritos por la canción que les dejo hoy.
Para aquellos que en algún momento de nuestra vida recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, la vida tiene otro sentido. Porque él vive, como dice la canción, yo no temo al mañana. Sé que él es mi futuro y que mi vida vale más y más sólo por él.
Naturalmente, un día mi vida concluirá, como sucede con la de todos. Sin embargo, eso no será el final sino el inicio de una vida mucho mejor, la que viviré siempre al lado de Dios de una manera mucho más íntima de la que vivo esa cercanía ahora. Los que conocen esa experiencia – tan esencialmente distinta de la de pertenecer a una confesión religiosa o practicar una religión - saben cabalmente de lo que hablo. También lo sabía Pablo que, tras afirmar el glorioso evangelio de la justificación por la fe, afirmó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2: 20-21).
Ignoro si quien ahora me lee ha tenido esa experiencia. Si no es así, le invito a que abra su corazón a Jesús y a que reciba un sentido profundo y eterno para su vida. Eso es lo que cantan en la versión original Alan Jackson y en español, Marino. Con ellos, les dejo. God bless you!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Alan Jackson.
Y aquí Marino