La primera es la conducta sistemática de la Agencia tributaria. Si usted fuera un banco de la City ¿se vendría a una nación donde la Agencia tributaria publica listas con sus datos personales para público escarnio? No se trata sólo de que semejante medida pisotea la ley de protección de datos sino también de que es una norma que enarbola el terror al linchamiento como forma - bastante inútil - de intentar cobrar. Es cierto que el mecanismo puede crear en millares de ignorantes la impresión de que conoce a los defraudadores, pero no pasa de ser un espejismo. En realidad, en la lista, están, mayoritariamente, los que no han pagado porque han quebrado, porque son objeto de un error o porque están en pleito al considerarse víctimas de un despótico comportamiento contra derecho de la Agencia tributaria. Estos últimos tienen más de un cincuenta por ciento de posibilidades de tener razón ya que la Agencia tributaria pierde más de la mitad de las causas que llegan a los tribunales y eso sin contar a los que se rinden para evitarse sufrimientos. Seguramente, algunos están encantados con las listas porque les permiten disfrutar venganzas personales, pero, aparte de ese alarde de miseria, lo cierto es que el número de los que no pagan aumenta y no disminuye. La segunda razón es la inseguridad jurídica adicional derivada de Hacienda. Si usted fuera un banco de la City ¿se vendría a una nación donde Bruselas ha obligado a crear un organismo fiscal independiente – la AIREF – para controlar al ministro, donde ésta se queja de que su labor es entorpecida continuamente y donde, vez tras vez, los tribunales europeos lo vapulean por quebrantar la legislación comunitaria? Quizá en Hacienda se froten las manos pensando en el pavor provocado por el asalto a Google, pero, en el extranjero, están estupefactos ante lo que consideran un comportamiento tercermundista. La tercera razón es nuestro ordenamiento laboral. Aunque, posiblemente, el mejor logro del gobierno del PP ha sido la reforma laboral, ésta sigue resultando insuficiente. La francesa, por ejemplo, es mucho más audaz a pesar de que Francia padece la mitad de la tasa de desempleo que España. Vendrán bancos… ¿cuáles?