Por otro lado, me consta que Coronel de Palma sólo llega en sus decisiones hasta dónde le permiten. Como el viernes salgo de la casa puedo contar dos anécdotas que sé que no le molestaran y que refrendan ese punto de vista. La primera tuvo lugar cuando Coronel de Palma asumió la presidencia de COPE. Soñaba entonces don Alfonso – él mismo ha dicho que su proyecto vital pasa por ser un nuevo Herrera Oria – por consolidar un proyecto multi-mediático de signo católico del que formara parte COPE. Para forjarlo, pensó en convertir a la Gaceta de los negocios en algo así como el periódico de los oyentes de COPE y nos pidió a algunos directores de programa que abandonáramos el diario en que escribíamos y nos pasáramos a la Gaceta. Cristina López Schlichting aceptó la propuesta de Alfonso Coronel de Palma y por unas semanas escribió en la Gaceta para acabar regresando a La Razón donde escribía con anterioridad. Conscientes de que un error lo comete cualquiera los directivos de ese diario la recibieron con todo afecto. Por lo que a mi respecta, yo le dije a Coronel de Palma desde el primer momento que no tenía la menor intención de pasarme a la Gaceta. Apeló don Alfonso a la amistad, a la grandeza del proyecto y a otros argumentos que seguramente pensó que me resultarían persuasivos, pero yo estaba convencido de que la Gaceta es un medio muerto desde hace mucho tiempo y no cedí. Pues no pasó nada. Coronel de Palma no me puso una pistola en el pecho, no me amenazó, no quiso sobornarme. Simplemente, renunció a sus intenciones para conmigo.
El segundo ejemplo tiene que ver con la emisión de partidos de fútbol en COPE. Yo he sostenido durante años que es absurdo con lo que está cayendo en España que se prive de dos horas de emisión a La linterna para retransmitir partidos irrelevantes salvo para las respectivas hinchadas. No sólo lo pensaba yo. Lo mismo creían centenares de miles de oyentes que no dejaban de escribir a Coronel de Palma para protestar. De todos es sabido que nunca conseguí que suprimieran el fútbol a pesar de las protestas de los oyentes, pero, temporada tras temporada, fui logrando pequeños avances como que se desdoblara la emisión y que, al final, en esa tesitura La linterna se emitiera en FM. Pues bien en una de éstas, Alfonso Coronel de Palma me pidió apelando a nuestra amistad que renunciara a esos avances y que aceptara mutilar La linterna para que hubiera más gente escuchando partidos que no emitía nadie en el panorama de la radio nacional. Por diplomacia, no le dije, por supuesto, lo que pensaba de que alguien apele a una amistad supuesta para torcer el brazo a una segunda persona, pero, por supuesto, me negué en redondo… y no pasó nada. Coronel de Palma no me represalió, ni me envió a un gorila al despacho a amenazarme, ni me impuso su visión “manu militari”.
Cuento todo esto porque estoy convencido de que si Coronel de Palma ha sacado adelante un proyecto en el que la COPE deja de asumir la fórmula de éxito de años para convertirse en una radio “mucho más compacta” como ha señalado la estrella indiscutible de la próxima temporada no se puede hacer recaer sobre él toda la responsabilidad. Si el proyecto se estrella tan culpables como Coronel de Palma – si es que no más – son la Conferencia episcopal, los miembros del Consejo de administración, los representantes sindicales, los directores de provincias y un largo etcétera; y si triunfa a todos y cada uno de ellos les corresponde una parte de esa victoria rutilante de la nueva visión para COPE. Pero aquí todos tienen que saber que no se puede aplicar ese dicho de que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. En otras palabras, dejad de escupir sobre Alfonso porque esa conducta procedente de ciertas personas sólo es una manifestación desvergonzada de vileza moral que aún se acentúa más al comprobar que algunos de los culpables se confiesan públicamente creyentes.