Primero, porque volví a encontrarme con Elías Tepper, para muchos un desconocido, pero, a la vez, una de las personas que más ha hecho por el bien de los españoles. Desde que llegó a España como misionero en los años setenta y comenzó a recoger en su casa a los drogadictos del barrio de San Blas, Elías ha dado lo mejor de si. Sin cobrar subvenciones, sin recibir ayudas públicas, chocando no pocas veces con la incomprensión y la inquina, Elías fundó Betel y ahora esta organización cristiana se extiende por más de un centenar de naciones ayudando a toxicómanos, a drogadictos, a marginados y, sobre todo, extendiendo el Reino de Dios. Seguramente, la realidad se esconderá al público español porque molesta a unos y otros, pero la gran tarea a la hora de rehabilitar a esas gentes abandonadas de todos la han llevado a cabo en España grupos evangélicos como Betel, como Remar o como Reto. Ninguno de sus fundadores, todavía en más que activo, se retirará a un ático como el cardenal Rouco; ninguno aparecerá en los medios haciéndose fotos como algún cura andariego; ninguno vive mejor de lo que viviría un funcionario de cuarta en España, pero lo que han hecho durante décadas es simplemente grandioso aunque muchos - la mayoría - lo desconozca. Volver a estar con esas gentes fue una verdadera bendición y departir con Eduardo y su esposa y tantos otros no tiene verdaderamente precio.
La segunda razón fue encontrarme con muchos de ustedes. María Jesús a la que no veía desde hace años; Gabriela, alma junto a Elvira, del éxito del crowdfunding; Luis, que enfrenta una intervención con el respaldo de nuestras oraciones; Christine que llevaba mi Nuevo Testamento interlineal; Gala, una de las personas más buenas que he conocido en mi vida; Attila, que me trajo unas grabaciones musicales surgidas de su arte que me emocionaron esa misma tarde; Eva mejor que nunca; Antonio, que tenía un aspecto mejor que hace un año… seguro que me dejo alguno y me da pesar, pero mi memoria no es la que era. A todos ellos un abrazo muy fuerte siquiera por la alegría de verlos o volver a verlos comprobando que esos lectores y esos oyentes de los que uno disfruta cuentan en sus filas con excelentes personas.
La tercera razón fue el privilegio, el honor y el placer de poder exponer un tema relacionado con la Biblia ante un auditorio más que atento de mil ochocientas personas. Creo que podré encontrar el enlace y así ustedes podrán, si lo desean, escuchar mi exposición. Fue sólo un intento de exponer cuál fue el mensaje de Jesús y por qué sigue hoy día resultando tan relevante como hace veinte siglos. A fin de cuentas, Jesús ni fundó una religión ni una pirámide jerárquica ni un complicado sistema de ceremonias ni nada que se le pareciera sino que predicó el Evangelio del Reino de Dios en el que se puede entrar ahora o cuya puerta puede cerrar cualquiera con la creencia en su capacidad para justificarse por sus obras o méritos ante Dios.
La posibilidad - inmenso privilegio - de poder comer después con Elías y otras gentes relacionadas con Betel fue una verdadera bendición. En este mundo presa de la ansiedad, del egoísmo, de una visión de la realidad materializada hay oasis donde la gente sencilla vive la vida del Reino de Dios. Betel es uno de ellos y es bueno descansar en un oasis cuando la realidad es desértica. Hoy lunes comienza el campus literario. Todavía los que deseen ir algún día aislado pueden apuntarse aunque la cantidad de gente es ideal. También hoy, Dios mediante, haremos Historia de la radio comenzando la primera temporada de un programa realizado gracias a un crowdfunding que ustedes han apoyado. Tantos motivos de felicidad reunidos no son sino una muestra de que Dios es inmensamente bueno y, como ayer testificó públicamente una hermana de la iglesia de Betel, fiel. Así es. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!