A una semana apenas de las elecciones, Trump supera a Hillary en los sondeos y las bolsas se resienten
Acababa el mes de agosto de 2015, cuando la bolsa comenzó a desplomarse y Donald Trump aprovechó la ocasión para culpar a China y a la mala gestión de Obama y solicitar el voto. Seguramente, no podía imaginar que, ya en plena carrera presidencial, el Barclays afirmaría que su victoria electoral se traduciría en una caída de las bolsas de hasta un trece por ciento. ¿Estarían detrás de esa caída, preocupaciones reales, la mano poderosa del magnate Soros, donante privilegiado de la campaña de Hillary Clinton, y experto en hundir mercados o simple especulación? Es difícil saberlo, pero de lo que no cabe duda es de que Hillary no pasa por sus mejores momentos. Así lo ha señalado hace apenas unas horas el prestigioso Wall Street Journal: Hillary Clinton puede haberse convertido en la “mano insegura”. En otras palabras, la más que previsible ganadora de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, tendría – como ya anunciamos en estas mismas páginas – la posibilidad de perderlas. Sin embargo, el sistema electoral no pone nada fácil a Trump imponerse. Como es sabido, el presidente en Estados Unidos no es elegido por el voto directo de los ciudadanos sino mediante un complicado sistema de compromisarios o votos electorales. Doscientos setenta es el mínimo para llegar a la Casa Blanca. A día de hoy, Hillary Clinton contaría con 115 compromisarios seguros, 54 muy cerca de la seguridad y otros 58 casi seguros. En total, podría dar por casi embolsados 227 compromisarios lo que la sitúa a menos de 50 de ganar las elecciones. El panorama para Trump es menos halagüeño. Seguros tiene 28 compromisarios, prácticamente seguros otros 71 y casi seguros 49, lo que se traduce en un conjunto de 148. A esa distancia, la clave está en quién de los dos contendientes logrará hacerse con los 163 compromisarios nada menos que están en el aire y que se hallan en los denominados swing states. Si las elecciones se celebraran hoy, podría incluso darse el caso de que Trump obtuviera más votos – el denominado voto popular – y, sin embargo, la presidencia cayera en el regazo de Hillary Clinton por 273 compromisarios frente a 265 del candidato republicano. Con ese panorama de fondo, no puede sorprender que los dos rivales se estén esforzando por recoger más y más fondos que les permitan multiplicar los anuncios en los medios y que multipliquen su presencia en los swing statesentre los que destaca Florida como el más importante. Los caladeros de votos resultan obvios. Hillary cuenta con la mayoría de los votos de la población negra, pero no está claro que vaya a movilizarla tanto como lo consiguió Obama y no porque sea blanca sino porque los dos mandatos del actual presidente han creado no poca frustración y desilusión entre la gente de su raza. Una abstención importante de los negros puede dañar más a Hillary de lo que pueda ayudarla el respaldo seguramente mayoritario. Tampoco es tan abultado el respaldo de las mujeres. Que la mayoría votará por Hillary puede considerarse seguro, pero no es menos cierto que no se trata de una gran diferencia y que son millones las norteamericanas que consideran que el ser mujer no es razón suficiente para otorgar su voto a la demócrata. Por lo que se refiere a la población hispana, resulta enormemente importante en estados como Texas o Florida. Sin embargo, en Texas, Trump supera a Clinton por casi ocho puntos y no parece que la situación pueda cambiar por muchos mexicanos que se vuelquen en favor de la candidata demócrata. En cuanto a Florida, un sector de los hispanos ya se ha apresurado a votar por Hillary desde hace semanas, todo parece indicar que en el sur del estado los cubanos respaldarán mayoritariamente a Trump. Más posibilidades tiene Trump – y de ahí el avance de las últimas semanas – entre los trabajadores blancos de Ohio o Michigan. De manera más que reveladora, incluso fuerzas sindicales que tradicionalmente han apoyado al partido demócrata, se sienten ahora atraídas por un discurso como el de Trump que promete traer de regreso las fábricas a Estados Unidos, evitar futuras deslocalizaciones y vedar la competencia de la inmigración. El avance de Trump, por otra parte, podría tener repercusiones en otras elecciones relacionadas con el poder local. Si hace tres semanas, los demócratas se veían recuperando el control del senado, a día de hoy, parece mucho más posible que las dos cámaras del legislativo sigan en manos de los republicanos. Por si fuera poco, del conjunto de gobernadores estatales, seguramente treinta serán republicanos y catorce, demócratas mientras que tan sólo cinco están en el aire. A estas alturas, no se trata sólo de que Trump pueda ganar sino de que existen posibilidades de que los republicanos cuenten con una extraordinaria concentración de poder. Y es que, a día de hoy, Hillary no es la mano segura que ha parecido ser desde hace más de un año aunque las bolsas se resientan por ello.