Personalmente, no tengo la menor duda de ello. Una tarde, húmeda y caliente, en realidad, pesadamente húmeda y caliente, salí de mi casa, aquí en el sur de la Florida, y me dirigí a pie hacia el supermercado más cercano. Mi estado de ánimo no era el mejor. Hacía muy poco que me había exiliado, las perspectivas de trabajo eran nulas y en cuanto a mi seguridad incluso aquí resultaba un enigma. Caminaba con la cabeza baja y lo sé porque, de repente, mi mirada chocó con un pajarillo que yacía muerto entre la hierba y la acera. Por un instante, me detuve y entonces me vino a la cabeza de manera especialmente vívida lo que Jesús había enseñado. Si yo estaba en esta tierra era porque Dios guía las cosas aunque no seamos capaces de comprender o ver. Desde fuera podía parecer que todo había constituido una desgracia – y eso que no conocían todos los detalles… - pero, en realidad, todo quedaba inscrito en los propósitos de Dios de una manera que, no por escaparse a muchos, era menos real. Sé que continué el resto del camino con la mirada alta y clavada en el horizonte.
No descubro nada si digo que el sentimiento de desánimo no es desconocido en la vida de ningún ser humano. Lo mismo sucede con otras sensaciones como la soledad o el temor. Sin embargo, para aquellos para los que Jesús es parte de su vida, un amigo constante… la cosa cambia. Para ellos, es obvio que Dios tiene los ojos puestos incluso en los pajarillos y que, por lo tanto, pueden esperar Su cuidado amoroso. Eso es lo que cuenta esta canción que les ofrezco en tres versiones – Whitney Houston, Lauryn Hill con Tanya Blount y Sandi Patty – pero, músicas aparte, me consta que su contenido es cierto. Dios tiene sus ojos posados hasta sobre los gorriones. Lo he vivido una y otra vez en medio de una existencia no poco azarosa y me consta que no soy ni lejanamente el único. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí va Whitney Houston
Aquí están Lauryn Hill y Tanya Blount
Y ésta es la versión de Sandi Patty