Naturalmente, los partidarios del matrimonio homosexual consideraron que mis palabras eran pura demagogia porque semejante posibilidad no acontecería nunca jamás. Apenas habían pasado unas horas de la aprobación del matrimonio homosexual y los musulmanes solicitaron – con bastante lógica, todo hay que decirlo – que se legalizara la poligamia. La noticia se vio amordazada porque nadie estaba dispuesto a amargarle a ZP su mayor momento de gloria. La Historia de España demuestra una y otra vez que cada vez que se perpetra un disparate, se procura, al mismo tiempo, silenciar a los que se atreven a señalarlo. Sin embargo, al final, los hechos siempre tienen sus consecuencias, guste o no. En Colombia, que desde hace meses sufre un verdadero bombardeo de la ideología de género desde las más altas instancias de la nación, se han casado hace pocos días tres hombres. Entiéndaseme: han contraído matrimonio tres hombres, el uno con el otro. Me refieren que, al parecer, iban a ser cuatro, pero que el cuarto falleció y todo ha quedado en un trío matrimonial. No está mal pensado el episodio para someter a una sociedad nada proclive a aceptar las bondades de la ideología de género. De una tacada, se bendice la aniquilación de la institución matrimonial desde una perspectiva monógama y heterosexual. Además se lleva a cabo de una manera que resulte menos ofensiva. Un hombre casándose con dos o tres mujeres hubiera provocado reacciones de horror, pero tres varones insertos en matrimonio homosexual… hombre, eso es otra cosa. Ya hay cerca de dos millones de musulmanes en España – un millón sólo en Cataluña – que se convertirán pronto en una fuerza electoral de consideración. No lo duden: vamos a escuchar los cantos en favor de las bondades de la poligamia y lo más tremendo será que los progres y las feministas se callarán como ramonetas. ¿Cómo iban a renunciar a esos “aliados objetivos” en la liquidación del actual sistema si llevan tiempo recibiendo dinero de Irán y de otras naciones islámicas? ¿Cómo iban a dejar pasar la oportunidad de arremeter contra la familia natural? Aceptémoslo: llegó la poligamia.