Sólo al reunirse en la playa supieron los náufragos que se encontraban en la isla de Malta. El nombre original del lugar – melita - le había sido dado por los fenicios y significa refugio. Se da la circunstancia de que la palabra significa lo mismo en hebreo y cuesta no creer que Pablo no lo encontrara adecuado en aquellas circunstancias. Los lugareños trataron con no poca humanidad a los recién llegados y encendieron un fuego para proporcionarles algo de calor en medio de la lluvia y del frío (Hechos 28. 2). Se produjo entonces un episodio peculiar. Pablo recogió algunas ramas secas y las echó a las llamas cuando una víbora, huyendo del calor, se le agarró a la mano. Los malteses interpretaron aquella circunstancia como una señal de que Pablo debía ser un homicida ya que, salvado del mar, la justicia divina no estaba dispuesta a tolerar que siguiera viviendo. Sin embargo, el apóstol sacudió la víbora en el fuego y no sufrió ningún daño por lo que los lugareños cambiaron totalmente de opinión y comenzaron a afirmar que se trataba de un dios. Se ha especulado mucho sobre la identidad del animal que atacó a Pablo. En la actualidad no hay serpientes venenosas en Malta, pero ignoramos si existían en el s. I y, a juzgar por la reacción de los malteses, la respuesta debería ser afirmativa. Desde luego, no han faltado los autores que han identificado al reptil con la Coronella austriaca, una serpiente que es semejante a una víbora, pero que no es venenosa[1]. En ese caso, los malteses no habrían pasado de experimentar una confusión que, dicho sea de paso, benefició a Pablo.
En las cercanías del lugar del naufragio se encontraban las propiedades de un hombre llamado Publio, el primer hombre de Malta[2], que recibió a Pablo y a sus acompañantes y les dio albergue durante tres días. Se daba la circunstancia de que el padre de Publio se encontraba enfermo de fiebre y de disentería y de que Pablo pasó a verle, oró por él y le impuso las manos. El hombre se curó y aquel episodio provocó una afluencia de enfermos que deseaban ver al apóstol. La fuente lucana informa de que tuvieron lugar numerosas curaciones (Hechos 28, 9) lo que provocó una verdadera oleada de atenciones dirigidas a los náufragos. De hecho, cuando se hicieron nuevamente a la mar iban provistos de todo lo necesario para la travesía (Hechos 28, 10). No deja de ser significativo que la totalidad del episodio aparece en el libro de los Hechos descrito desde una perspectiva no hagiográfica, sino eminentemente médica, una circunstancia que abona una vez más la tesis de que el texto se debió a Lucas [3].
CONTINUARÁ
[1] W. M. Ramsay, Luke the Physician and Other Studies, Londres, 1908, pp. 63 ss.
[2] Como siempre, la fuente lucana es rigurosamente exacta con la nomenclatura. El título aparece tanto en griego (CIG 5754, vid. Addenda, p. 1251) y latín (CIL, X, 7495).
[3] En ese mismo sentido, A. von Harnack, Luke the Physician, Londres, 1907, p. 179.