En otras palabras, una vez más, tuvo lugar una obscena catarata de ignorancia, mala fe e incluso fanatismo religioso en lugar de una exposición de la realidad. Dado que estamos acercándonos a la etapa navideña me voy a permitir comentar en próximas entregas algunos de esos prejuicios antinorteamericanos que surgen a las primeras de cambio y que chocan con hechos objetivos y, por objetivos, testarudos. Vayamos por partes. En Estados Unidos, es un derecho constitucional llevar armas. Se trata de algo perfectamente lógico cuando se conoce la Historia y la geografía del país. Sé que a muchos en España les parece un signo de barbarie. A fin de cuentas, en la vieja piel de toro lo civilizado es que los terroristas estén en las instituciones, que los okupas se apoderen de la vivienda de unos ancianos aprovechando que han salido de casa tardándose años en echarlos, que se condene a prisión a alguien que defendió a unas mujeres de un asalto o que haya que recurrir, como en Barcelona, a vigilantes ciudadanos y voluntarios para evitar que te asalten en un metro digno del Tercer mundo por su inseguridad. Si eso es lo civilizado, obviamente el que alguien tenga un arma en casa o que un juez considere legítima defensa el disparar contra el que entra armado en ella para robar, violar o matar debe ser considerado el summum de la animalidad. Sin embargo, si me atengo a mi experiencia, lo cierto es que jamás me he sentido inseguro porque mis vecinos pudieran contar con pistolas o escopetas en su domicilio, pero sí sé lo que es vivir con guardaespaldas en España y pasear deseando que nadie te asalte porque nadie te defenderá y la policía llegará, pero para recoger los restos. Puestos a elegir me quedo con Estados Unidos.
CONTINUARÁ