En esa carta, Pablo afirma de manera tajante: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8: 28). He vivido esa realidad en muchísimas ocasiones y ayer se repitió esa vivencia de distintas maneras, todas ellas conmovedoras y hermosas.
A las seis de la mañana de aquí parecía lo más posible que La Voz no volvería a emitirse. A las seis y media, habían rechazado mi propuesta de reflexionar todo hasta el viernes al mediodía y habían decidido que el programa quedara cerrado. Punto y final. Sobre las siete, hablé con el director de la empresa de crowdfunding para comunicarle que debía devolver el dinero a la gente porque el programa no seguiría en antena. Le comuniqué igualmente que tenía tanto interés en que ustedes recuperaran hasta el último céntimo que estaba dispuesto a pagar de mi bolsillo los costes necesarios para que así fuera. El director no sólo me dio la razón en mi conducta sino que además me sugirió que ofreciéramos a la gente la posibilidad de que recuperara su dinero o se le retuviera para un nuevo crowdfunding destinado a financiar La Voz. Por supuesto, esta vez, al no haber nadie más en el proceso, no cabría la posibilidad de que alguien pretendiera apoderarse de una parte del dinero para destinarlo a otros fines distintos de aquellos para los que se había reunido. Por el contrario, todo iría – como se pensó desde el principio - al programa. Le dije que necesitaba pensarlo porque no podía tomar esa decisión sin consultarles a ustedes… y entonces los acontecimientos se precipitaron.
Primero, fue la aparición de una persona muy importante para mi que se ofreció a ser el nuevo productor del programa. Dado que es un verdadero genio, que ha rechazado varias ofertas para vivir en Los Ángeles y que nos conocemos hace años, su propuesta me pareció un verdadero regalo del Cielo. Le dije que me sentía más que tentado de aceptarlo, pero que no podía adoptar esa decisión sin contar con ustedes y entonces… entonces ustedes reaccionaron de una manera que me conmovió hasta lo más hondo. Uno tras otro de ustedes expresó su deseo de que no se le devolviera el dinero del crowdfunding y, por el contrario, se dirigiera a financiar el nuevo programa. Una y otra vez. Una y otra y otra vez. Seguramente sin saberlo confirmaban ustedes la posición que yo había adoptado y que había determinado el final de la emisión del programa.
Antes de llegar al mediodía, no sólo tenía productor nuevo – Isaac Jiménez – no sólo disponía de su apoyo entusiasta sino que el director de la empresa de crowdfunding me comunicaba por escrito cómo teníamos que hacer todo. Al mismo tiempo, Isaac daba los primeros pasos para que nuestro programa – que se emitirá, Dios mediante. por internet – se integre en la página de una cadena grande y, el año que viene, tenga lugar su emisión desde emisoras convencionales. Además comenzamos a hablar de cómo realizaríamos el programa incluyendo si tendríamos que alquilar un estudio por horas. A las cuatro de la tarde de este lado del Atlántico, los antiguos colaboradores del programa me comunicaban que deseaban de todo corazón seguir en el programa. Algunos incluso me dijeron que renunciaban a cobrar si era necesario dada la importancia de nuestra labor. Les dije que se lo agradecía, pero que no sería así.
De momento, pues, la situación está de la siguiente manera:
1. La Voz, Dios mediante, se volverá a emitir, aunque, previsiblemente, tardará algunas semanas en ponerse en funcionamiento.
2. La Voz seguirá contando con sus colaboradores habituales, pero con un magnífico nuevo productor y el subdirector que encontremos y que todavía no tenemos.
3. Los que deseen apoyar económicamente el programa, pueden recuperar el dinero que les devuelva Radio Solidaria y luego destinarlo al nuevo crowdfunding. En caso de que la devolución no proceda de Radio Solidaria sino de Lanzanos.com bastará con que expresen su voluntad de que se destine al nuevo crowdfunding. En breve, anunciaremos cómo puede llevarse a cabo el nuevo trámite. Por supuesto, si alguien desea que ese dinero se destine a una entidad distinta como la que tenía la pretensión de quedarse con la mitad de lo donado en el crowdfunding no existe, a mi juicio, el menor inconveniente para que se le entregue. Hasta el momento, ni una sola persona ha expresado ese deseo – como, por otra parte, yo he venido razonando durante los dos últimos días – pero si apareciera alguien debe sentirse en total libertad para hacerlo.
4. Tenemos un problema con las recompensas. En la situación en que me encuentro a lo único que puedo comprometerme es a enviarles un libro dedicado. Si están dispuestos a aceptarlo como más que humilde muestra de agradecimiento así se lo haré llegar. Lamentablemente, no puedo enviarles tazas, DVDs o CDs. Comprenderé, por supuesto, que la ausencia de las recompensas lleve a algunos a querer recuperar su dinero. A las personas que decidan actuar así les agradezco la colaboración que nos han otorgado hasta el día de hoy y les suplico que perdonen el no poder hacer frente a esa oferta en el futuro.
Una última consideración: alguna persona aislada me ha pedido que de más datos y, en especial, nombres relacionados con este episodio. No voy a hacerlo. Jamás me he ensañado con nadie con quien haya tenido problemas – Roberto Centeno me acusó en la presentación de No vine para quedarme: Memorias de un disidente de ser “más tierno que el día de la madre” con aquellos que me habían causado daño – y no tengo la menor intención de cambiar mi conducta. Cuando, en ocasiones, he sido duro con alguna persona o institución no ha sido jamás por su relación conmigo sino por el daño que ha causado o causa a la sociedad en su conjunto. A nadie guardo rencor y con nada estoy resentido. No voy, pues, a actuar como si así fuera.
Concluyo diciéndoles que me permitan que hoy, de manera muy especial, les de un sentido abrazo desde aquí a todos ustedes. Sus muestras de afecto, de cariño, de generosidad, de bondad durante las últimas horas me han abrumado. Para mi es motivo de profundo orgullo tenerlos como oyentes. Aún lo es más el contemplarlos como amigos muy queridos. Les ruego, por lo tanto, que no se aflijan. Alégrense más bien con el bien que se aproxima porque es cierto que “todas las cosas ayudan para bien”. De todo corazón: God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!