Nadie hasta donde yo sé se ha molestado en mencionar el paralelo. Por añadidura, si por un lado, Bárcenas del PP salía a la calle; por otro, la jueza Alaya era apartada de una causa que afectaba mayor, aunque no exclusivamente, al PSOE. Añádase a esto otras noticias – relatadas de manera frívolamente irresponsable por los medios españoles – como el que personaje tan siniestro como Montoro podrá seguir endeudando a la nación impunemente con el respaldo del BCE y no sorprende el desaliento que se percibe en no pocas personas.
Ante una situación así caben tres opciones. Una es la del avestruz. Esta semana, Antonio García Trevijano reconocía que cada vez lo escuchaba menos gente en su programa de radio y que lo que había empezado muy bien estaba concluyendo con una pérdida creciente de oyentes. No siempre estoy de acuerdo con los análisis de Trevijano, pero, sin duda, es una voz independiente y no pocas veces certera en sus análisis. Lo suficiente como para que muchos hayan pensado qeu mejor no escucharlo… Cerremos los ojos – pensarán algunos – y nada nos pasará.
La segunda opción es cerrar los ojos, pero en el sentido de no querer ver lo que sucede y seguir apoyando lo que no son sino edificios que se tambalean. Como la conducta anterior la entiendo, pero no puedo compartirla. Es más la simple idea de confiar determinados listas en las que van ciertos sujetos no me tienta lo más mínimo.
La tercera opción es preguntarse a dónde ir y aquí entra la canción de esta semana porque la verdad es que sólo podemos acudir con garantías a Jesús. A Jesús que no a alguna peculiar institución que pretende representarlo en régimen de monopolio y que ha aprovechado esa afirmación para acostarse con todo poder fáctico que se le ha puesto al alcance o, como me decía el director de un centro local de COPE, “el problema de… - y aquí daba el nombre de un cardenal – es que le gusta mucho acostarse con los políticos”. Por supuesto, la afirmación – rigurosamente exacta – no se refería a la vida privada del cardenal sino a sus coqueteos duros y continuos con el poder. Cuando hablo de Jesús hablo de Jesús, no de los que usurpan su nombre y su lugar.
Ceo que nadie debería llamarse a engaño: en este mundo sólo se puede acudir a Jesús y eso es lo que expresa esta canción. Es una canción de alegría porque reconoce que en esta vida hay muchas circunstancias extraordinarias que nos proporcionan felicidad, pero también hay otras menos gratas e incluso dolorosas. La tentación, la maldad, la hipocresía, la corrupción, la inseguridad, el temor pueden asediarnos, pero de ellos sólo nos librará Jesús el mesías-siervo. Si no ha hecho la prueba, hágala. No quedará defraudado.
He escogido dos versiones de esta maravillosa canción. La primera es de Elvis Presley y - ¿hay que decirlo? – resulta espléndida. La segunda – con subtítulos en inglés – es de la Gaither Vocal Band. Excelente. Disfruten de la canción, pero, sobre todo, mediten en su mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Elvis
Y aquí la GVC y un grupo de amigos extraordinario