Nos alojamos en un excelente hotel – el Hotel Alcalá Plaza – y nos dispusimos a apurar las últimas horas. El sábado fue, desde luego, muy especial. De entrada yo tuve mis dos últimas exposiciones. La de la mañana estuvo dedicada a la finalidad de la redacción del Quijote que fue más allá que criticar los libros de caballerías y que incluyó en su segunda parte toda una cosmovisión de carácter marcadamente cristiano. La gente la disfrutó quizá más que ninguna de las anteriores. A continuación, Sagrario Fernández Prieto impartió la penúltima sesión del taller literario logrando que algunos de los asistentes improvisaran historias en público para disfrute general.
Al mediodía, nos trasladamos al Gurugú para comer y pasar el resto del día, cena incluida. El paisaje es bellísimo y la vista desde el helipuerto inmejorable. A decir verdad, se puede contemplar todo Madrid aunque lo único que se distinga adecuadamente sean las cuatro torres. No me voy a detener mucho en la comida, pero, una vez más, volvió a ser además de sabrosa abundantísima. A decir verdad, parecía que estábamos celebrando una boda más que reponiendo fuerzas. A continuación, tuvimos las dos últimas sesiones. Departí yo con los asistentes sobre el oficio de escritor y comentamos episodios de esos que no se pueden relatar en público. Luego Sagrario Fernández Prieto aprovechó el enclave privilegiado del helipuerto para impartir su último taller. El sol se desplomaba suave, casi dulcemente sobre el horizonte y, ciertamente, no se nos hubiera podido ocurrir mejor marco para la conclusión de las lecciones del campus. A esas alturas, los asistentes habían decidido por añadidura formar un grupo de wassapp al que han bautizado – los que sigan La Voz o mis posts comprenderán por qué – God bless ya.
La verdad es que la experiencia del campus ha sido muy grata y enriquecedora. El ambiente no ha podido ser mejor desde el primer momento; la altura intelectual de las conversaciones y los materiales impartidos resulta muy superior a lo que se puede encontrar en la mayoría – no me atrevo a decir todas – de las universidades españolas y de este encuentro ha surgido la firme voluntad de repetir en el futuro el evento analizando otras partes de la literatura española y universal y profundizando en el aprendizaje de la escritura. Si todo sale como deseamos, en la próxima primavera, realizaremos un viaje a Israel y, a mitad de verano, tendrá lugar un nuevo campus literario con tema distinto y en enclave europeo. Por añadidura, habrá un campus literario similar en el continente americano. Pero no nos adelantemos. De momento, Juan José que tuvo la feliz idea de rendir un homenaje a Salinas, me ha prometido un ejemplar de su biografía de Bolívar y estoy deseando recibirlo. Nos quedan además las horas primeras del domingo en que nos acercaremos a la casa de Cervantes en Alcalá de Henares. Será el broche final de una semana inolvidable. La que esperamos sea la primera de muchas a las que puedan sumarse algunos de ustedes que en esta ocasión no han podido estar presentes. God bless ya!! ¡¡Que Dios los bendiga!!