Educada en un hogar evangélico – su padre era diácono en una iglesia local y se ganaba la vida con una tienda – Margaret Thatcher aprendió virtudes bíblicas especialmente recuperadas por la Reforma. La libertad, la desconfianza hacia el poder político, el trabajo duro, la educación, la necesidad de no oprimir con impuestos a los que crean riqueza poniendo como excusa la justicia social… todo eso y más lo convirtió en un programa político que la llevó a ganar una elección tras otra.
No provocó la caída de la URSS – tampoco lo hicieron Ronald Reagan y mucho menos Juan Pablo II – pero sí cambió su época. Al final, su propio partido la derribó cuando quiso imponer una tasa impositiva única que habría sido mucho más justa, pero que hacía peligrar a las clientelas y a los privilegiados. Tuvo luces y sombras, sin duda, pero su talla no ha sido superada por ninguno de los que han venido detrás de ella ni siquiera aunque conservaran muchas de sus conquista y se llamaran Tony Blair. Disfruten del programa porque ya no se hace. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!