Sin embargo, en esa campaña quedó claro tambén que Podemos no iba a dar más de si y que estaba en retirada – a pesar de excelentes resultados en Madrid y Barcelona – y que había aparecido una fuerza que se consolidaba también en las europeas y las catalanas. Se trataba de Ciudadanos.
Si no me equivoco – si lo hago lo reconoceré – yo fui el primer director de un programa de gran audiencia que entrevistó a Albert Rivera hará una década año arriba, año abajo. Rivera presentaba ya entonces una defensa del orden constitucional frente al nacionalismo catalán y lo hacía porque tanto el PSOE como el PP habían decidido acostarse con ese nacionalismo. Pujol los sodomizaba en nuestros bolsillos , pero alguna migaja les entregaba a cambio. Migaja sobre todo en el caso del PP del que ahora sabemos que recibió dinero de Pujol y banquete en el caso de los socialistas porque llegaron a gobernar con Maragall y el inefable bachiller Montilla.
Rivera me causó buena impresión porque era simpático, valiente y decía lo que otros escandalosa y miserablemente callaban. Sin embargo, no hubiera pensado jamás – creo que él tampoco lo pensó – que pudiera dar el salto a la política nacional. Posiblemente esa idea surgió cuando se vio el desgaste más que merecido de los dos grandes partidos y que incluso una fuerza tan deslavazada como Podemos tenía futuro. Y la verdad es que comparado con Iglesias – al que bate siempre que coincide con él – Rivera es un gran avance. Parece un chico simpático, abierto y joven mientras que el otro es como un viejo disfrazado de adolescente de los de hace décadas.
Ni que decir tiene que Ciudadanos es un partido de retales, pero ahí descansa parte de su éxito y de su peligro. Javier Nart, por ejemplo, siempre ha sido un hombre de izquierdas en lo interior y de extrema izquierda en el exterior. Juan Carlos Girauta, por el contrario, a pesar de sus orígenes en el PSOE entró en la órbita liberal y en la de consume-caterings hace años. Arrimadas - como Rivera - da la imagen de catalán bueno, ese catalán que todos deseamos querer y adoptar porque, por regla general, buena parte de los que conocemos son de los que respaldan a la famiglia Pujol y similares y no paran de mirarnos por encima del hombro mientras nos miran la cartera. Por el resto del país, en Ciudadanos hay gente que viene del PP, del Partido Aragonés Regionalista y de lo que se tercie. Tampoco es tan grave porque eso ha pasado en las últimas décadas con el PCE, con UCD, con el PSOE y con el PP sin descartar a CiU y al PNV.
El enigma es lo que va a hacer Ciudadanos. Como le tienen un miedo espantoso, en el PSOE dice que es el PP y en el PP que es el PSOE, señal indudable de que da unas dentelladas de las que te encienden el pelo lumbre a unos y otros. Yo creo que lo más razonable es aceptar lo que dice Rivera. Ciudadanos es un partido de centro-izquierda, pero bastante sensato en los planteamientos. No se arrodilla ante el nacionalismo catalán como el PP o el PSOE; tiene el propósito de reducir el monstruo de la administración a escala local lo que ha provocado la demagogia pesebrera en el PSOE y un PP que, día a día, resulta más repugnante; y si lograra aplicar alguna de sus reformas conseguiría acabar con el déficit y la deuda que tan necia y criminalmente ha aumentado Montoro. Más allá de eso creo que bien poco se puede decir. Tiene algunas personas notables, pero le faltan militantes a escala nacional y así en Galicia los votaría buena parte de la población si contaran con unos candidatos de los que carecen.
Personalmente, comprendo a los millones que piensan trasladar su voto del PP o del PSOE a Ciudadanos. Son de las pocas formaciones que tienen un discurso claro en áreas como los nacionalismos o la ordenación territorial y la pena es que el PSOE, en el centro-izquierda, no tenga ese mismo discurso y, si me apuran, el PP. A lo mejor decepcionan, pero hasta que lleguen al grado de cólera que han provocado en millones de sufridos ciudadanos el PSOE y el PP van a necesitar bastante tiempo.
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