Como muchos de ustedes saben, el pasado verano inicié un crowdfunding para poder costear el programa La Voz. Como sigo siendo un ingenuo confié en una entidad colaboradora que, al reunirse la cantidad, pretendió quedarse con la mitad de lo recaudado por el artículo 33. Su actitud era intolerable, pero yo tenía buena parte de la culpa por haberme fiado de una entidad indigna de confianza. Por seguir con el relato, supongan ahora que, después de esa experiencia, yo decidiera convocar un nuevo crowdfunding y aceptara la colaboración de esa misma entidad. Entonces ya no sólo sería culpable de ingenuidad, a decir verdad, demostraría que soy tonto de remate. De hecho, lo más adecuado sería que me pusiera en manos de un psiquiatra para que procediera a descubrir el tipo especial de estupidez que sufría.
Yo no voté al PP en las últimas elecciones generales porque Mariano Rajoy no me inspiraba la menor confianza y de alguno de sus ministros, como Montoro, pero no solo Montoro, tenía una pésima opinión. Sin embargo, imaginemos que lo hubiera hecho igual que hace unos meses confié en la entidad colaboradora en el crowdfunding. Pues bien, si el 20-D volviera a otorgarles mi voto demostraría ser tan idiota como si confiara por segunda vez en la entidad que quiso quedarse con la mitad del crowdfunding. Permítanme explicar por qué digo esto y nunca con menos ánimo de ser exhaustivo.
El PP llegó al poder prometiendo que bajaría los impuestos que había subido ZP. La realidad es que en el primer consejo de ministros impulsó una subida espeluznante del IRPF y en el primer año llegó a incrementar la presión fiscal en cincuenta ocasiones lo que se llamó con cierto gracejo las “cincuenta sombras de Brey” en relación al segundo apellido de Rajoy. En la actualidad, los españoles no sólo pagan más impuestos que con ZP sino también más que los que pretendía el programa de la comunista IU. A decir verdad, pagan los mismos impuestos que los suecos, pero con un 70 por ciento menos de renta.
El PP llegó al poder prometiendo que reduciría la deuda pública aumentada por ZP. La realidad es que el gobierno de Rajoy no sólo no ha reducido la deuda pública sino que la ha aumentado hasta superar el 100 por 100 del PIB alcanzando así un volumen que no puede ser pagado y que nos coloca en riesgo de bancarrota.
El gobierno del PP llegó al poder prometiendo que controlaría el déficit público desbocado que había dejado ZP. La realidad es que no ha controlado ese déficit público ni un solo año lo que ha provocado distintas reprimendas de Bruselas y ahora misma ha colocado a España en la tesitura de tener que pagar una próxima multa de dos mil millones de euros.
El PP llegó al poder prometiendo que expulsaría a ETA de las instituciones. Lo cierto, sin embargo, es que el PP ha seguido la política de ZP de cara a la banda terrorista. Así no sólo ha mantenida la “vía Nanclares” que puso en marcha el gobierno de Zapatero y que exime a los terroristas de pedir perdón a sus víctimas para reinsertarse, sino que ha mantenido a ETA en las instituciones con dinero de los impuestos de los ciudadanos y también actuó de manera sospechosamente pasiva en el tema de la doctrina Parot lo que no sólo facilitó la excarcelación de terroristas sino también la de numerosos asesinos, narcotraficantes y violadores. Para colmo, la semana pasada, al gobierno del PP se le ha escapado en el aeropuerto de Barajas un etarra extraditado por Francia por delitos de lesa humanidad.
El PP llegó al poder prometiendo que reencauzaría la política disparatada que ZP había seguido en relación con Cataluña. La realidad es que ha cedido ante los nacionalistas catalanes de manera bochornosa permitiendo no sólo que celebraran un referéndum independentista sino, sobre todo, saqueando a otras regiones de España para satisfacer los gastos disparatados de Cataluña, CCAA que se ha llevado la mayor parte de los fondos del FLA y a la que Montoro acaba de entregar hace apenas unos días más de tres mil millones de euros adicionales.
El PP llegó al poder prometiendo la regeneración política, pero lo cierto es que ha ido aprobando leyes que convierten la lucha contra la gran corrupción en prácticamente imposible, por ejemplo, al acortar los plazos de instrucción de los procesos. Con la normativa impulsada por Rajoy en esta legislatura ni el caso Gurtel ni el Pujol ni el de los EREs de Andalucía ni el de Urdangarín y su esposa podrían haber llegado adonde han llegado hasta la fecha.
El PP llegó al poder prometiendo que cambiaría la Ley del Aborto instaurada por Zapatero. Al final, el PP se limitó a impulsar una reforma ridícula cuyo único punto de diferencia es que las menores necesitarían el permiso paterno para abortar. Sin embargo, en caso de conflicto, la decisión queda en manos de un juez con lo cual no existe cambio real. Por si fuera poco, Rajoy ha purgado sus listas de diputados y senadores pro-vida.
El PP llegó al poder prometiendo que cambiaría la legislación sobre ideología de género que había dejado ZP. Sin embargo, el partido de Rajoy ha asumido totalmente esa ideología e incluso suprimió las cifras estadísticas de hombres que eran asesinados en conflictos domésticos dando la impresión de que la violencia sólo se mueve en una dirección en las relaciones de pareja.
El PP llegó al poder prometiendo que todos los niños podrían estudiar en la lengua común de todos los españoles. Sin embargo, esa situación ha sido imposible en Cataluña donde los nacionalistas han desobedecido las resoluciones del Tribunal constitucional y también en el caso de regiones gobernadas por el propio PP como Galicia o Baleares.
El PP llegó al poder prometiendo que derogaría las leyes de ZP destinadas a privilegiar al lobby gay y contra las que se produjeron masivas movilizaciones. El gobierno de Rajoy no sólo ha incumplido escandalosamente sus promesas sino que incluso ha convertido la cercanía al lobby gay en un plus dentro del partido. Incluso yendo más allá que ZP, el gobierno de Rajoy ha lanzado una guía donde se afirma que todos somos homófobos y necesitamos una reeducación y
El PP llegó al poder anunciando que nos salvaría de un rescate. Es más, miente descaradamente al decir que así ha sido. La verdad es que el ministro de Guindos acabó solicitando un rescate – eso sí en beneficio de la banca – que hace que los hombres de negro se vengan por España cada semestre y que no acabaremos de pagar, si Dios no lo remedia, hasta 2027.
La realidad – y me da una inmensa pena decirlo - es que el PP ha continuado la política del PSOE acaudillado por ZP y los resultados, como no podía ser menos, son todavía peores porque no parten de cero sino que abundan en los males ya existentes. España no sólo tiene tras cuatro años de gobierno del PP a un más del 20 por ciento de su población adulta en el paro sino que además los empleos son peores y peor pagados en un elevado porcentaje. Por añadidura, es una nación más endeudada, más deficitaria, más dividida y más injusta. A todo eso hay que añadirle el trato de favor dispensado a las franquicias de ETA y al nacionalismo catalán o el olvido de compromisos adquiridos en defensa de la vida y de la familia.
Espero no ofender a nadie si pregunto que por qué si ayer se dejó de votar a unos por un conjunto de razones ahora hay que votar a los otros que han hecho lo mismo e incluso han incidido más en lo peor. Yo, personalmente, de votar al PP me sentiría todavía más tonto que si volviera a confiar en la entidad colaboradora que pretendió quedarse con la mitad de un crowdfunding recogido para financiar el programa La Voz… que ya es decir.
Al PP le deseo lo mismo que en su día le deseé al PSOE de Felipe González, es decir, un largo, larguísimo período en la oposición que les brinde la oportunidad de regenerarse en todos los sentidos. Y las proclamas alarmistas – las mismas que se pronunciaban en su día para intentar defender al PSOE de González – no me van a llevar a cambiar de opinión. Creo en el derecho de los ciudadanos a echar pacíficamente a los que han incumplido las promesas, a los que han gestionado mal la cosa pública y a los que los han esquilmado para mantener en el disfrute de sus prebendas a las castas privilegiadas. Tengo la firme convicción de que, con las excepciones locales que se quiera y que acepto, el PP ahora mismo no se merece gobernar España ni un solo día más y, seguramente, si la justicia funcionara como es debido algunos de sus dirigentes principales deberían estar haciendo el petate para ingresar en la prisión por una larga temporada. Allá algunos convencidos que piensan que “fuera de la única iglesia verdadera no hay salvación” y han decidido votarlo. Si yo les diera mi voto, me sentiría aún más tonto que si me encomendara a cierta entidad de cuyo nombre no quiero acordarme para que convocara un crowdfunding para financiar el programa La Voz.
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