Hace unos días, poco antes de salir hacia China, estuve hablando con una excelente amiga de Madrid. Persona extraordinariamente preparada, con experiencia impecable en el terreno profesional, me confesó que, en estos días en que el calentamiento global está congelando España, tiene que elegir entre encender la calefacción o comer.
Una de las preguntas más relevantes que pueden formularse es aquella que pretende saber si puede un ser humano cambiar radicalmente de rumbo y asumir al final de su vida una conducta que no sólo desmiente la de la existencia previa si no que además la mejora y la sublima.
Todas las semanas , recibo invitaciones para entrevistas en distintos países del globo. Soy muy selectivo a la hora de concederlas por las mismas razones que señalaba ayer. Mi tiempo tiene un valor y además soporto cada vez menos a cretinos e ignorantes. En ocasiones, sin embargo, me arriesgo.
Va pasando el tiempo y, poco a poco, me llegan videos de las conferencias que pronuncié el año pasado. La de hoy – que me enviaron a finales de la semana pasada justo cuando acababa de regresar de China – se pronunció en la universidad más prestigiosa de Guatemala, la famosa Marroquín o, más popularmente, la Marro.
Como ustedes saben casi todas las semanas recalo en el programa El espejo que tan bien dirige el periodista cubano-americano Cao. No siempre les traigo el programa, pero éste me pareció especialmente interesante y aquí se lo dejo.
Ayer se cumplieron los 125 años de la muerte de Zorrilla en Madrid. A pesar de la importancia del aniversario, la efemérides no ha sido recordada como se merece.
Como ya conté hace unas semanas, mi viaje a Argentina concluyó predicando en una iglesia que me cursó más que amablemente esa invitación.