La reciente resolución de las Naciones Unidas que, entre otras cuestiones, se refiere a los asentamientos israelíes en los territorios ocupados, ha provocado una reacción extraordinaria en ambientes políticos y mediáticos. La razón fundamental es que Estados Unidos, en lugar de vetar la resolución, se abstuvo permitiendo que ésta fuera aprobada por práctica unanimidad.
Pasaron las Navidades, el Año Nuevo y Reyes y ya estamos, gracias a Dios, de vuelta. Los sentimientos se me arremolinan y son encontrados. Tengo la penosa sensación de que no voy a poder darles muchas buenas noticias en este año de 2017 y por eso quiero comenzar con algunas buenas.
Ya estamos en 2017 y, como en otras ocasiones, me permito brindarles unas sugerencias para los próximos doce meses.
Se acerca el fin de este año 2016 y, como la mayoría de los mortales, tengo algunas ilusiones respecto al 2017. He de reconocer que he intentado circunscribirlas al terreno del realismo para procurar no llevarme desilusión alguna. Quisiera darles algunos ejemplos de esas esperanzas que son – me consta -modestas.
A partir de la muerte de Esteban (Hch 8, 1ss), se desencadenó una persecución contra los seguidores de Jesús de la que no estuvo ausente una violencia a la que no cabe atribuir otra finalidad que el puro y simple exterminio de un movimiento que estaba demostrando una capacidad de resistencia considerablemente mayor de lo esperado.
Esta Navidad la pasaré solo. Por primera vez en algunos años, mi hija no podrá estar a mi lado y aunque he recibido algunas invitaciones para compartir mesa y velada ese día, las he declinado cortésmente. Mi intención es apurar estos días dedicado a cuestiones únicamente espirituales.
Esta semana subo a mi último programa de El Espejo no porque no vaya a seguir el año que viene, Dios mediante, sino porque se ha terminado la temporada de 2016.
Me contaron ayer que la Agencia tributaria está absolutamente enloquecida porque a Montoro no le salen las cuentas e intentan dar como sea con un dinero que no tienen para pagar lo que no deben como, por ejemplo, las inyecciones de miles de millones de euros para el gobierno nacionalista de Cataluña.
Entre las características más inquietantes de los actuales medios de comunicación no puedo dejar de ver la rapidez. Entiéndaseme bien. Resulta magnífico, incluso ideal que la radio, la televisión o la prensa escrita nos informen cuanto antes de lo que sucede.