Todos los miércoles, escojo una pieza musical o cinematográfica para recomendar. Hoy, visto el panorama, he optado por una canción. Del repertorio de Mocedades – que tanto me ha gustado desde mi infancia – ésta es una de las canciones últimas y también forma parte de mis preferidas. Constituye un canto optimista a la supervivencia, una supervivencia que se sustenta sobre mantenernos fieles a la libertad.
A diferencia de otras naciones, si algo caracteriza a Rusia tanto bajo los zares como bajo Stalin o Putin es que siempre responde a los golpes que le asestan sus adversarios. Habrá tardado más o menos, pero la Historia ha enseñado a los rusos que no puede ser de otra manera. Cuando en 1962, Estados Unidos colocó en la misma frontera de la URSS misiles atómicos, la URSS respondió haciendo lo mismo en Cuba.
Ni el Che ni Castro – grandes imbéciles ambos – se enteraron, pero aquella jugada táctica no pretendía ganar el mundo para el socialismo ni mucho menos bombardear nuclearmente Estados Unidos sino conseguir que esta potencia retirara una amenaza situada en las fronteras de la URSS y esa meta – por mucho que se haya querido ocultar – fue alcanzada por el Kremlin. Sucedió muchas veces antes y no pocas después de la URSS. La última ocasión la ha brindado Putin no prestándose a una fluctuación habitual del precio del petróleo deseada por Estados Unidos en colaboración con Arabia Saudí. En 2014, Obama pactó con el rey de Arabia Saudí una caída del precio del petróleo especialmente dañina para Rusia, desastrosa para Venezuela y que golpeaba porque pasaban por allí a México y Argentina entre otros. Ni siquiera se pensó en la industria del fracking porque se primaba la política internacional. Mientras tanto Estados Unidos se ha convertido no ya en importador de crudo sino en exportador neto. Su industria petrolera necesita precios altos que se mantienen con una reducción de la producción y ha aparecido Putin que, siguiendo la tradición rusa, no olvida. Manteniendo la producción petrolera, ha conseguido en horas que los precios desciendan lo que ha colocado a las industrias norteamericanas del fracking al borde de la quiebra y a Arabia saudí en una delicada situación ya que la tranquilidad social depende de las subvenciones que otorga la monarquía a los súbditos de a pie. De este pulso, con toda certeza, Putin obtendrá algún beneficio y casi resulta secundario cuál será. Al fin y a la postre, gastando en todo el mundo menos de la décima parte de lo que gasta Estados Unidos en defensa sólo en Europa oriental, Rusia ha vuelto a convertirse en una potencia con la que hay que contar, con prestigio y respetada. ¡¡¡Quién lo habría pensado tras los desastrosos años de Yeltsin!!! Quizá, es que, a fin de cuentas, hay naciones que se hacen respetar y otras que no y que, como consolación, culpan a la leyenda negra.
Palabras al aire con Sagrario Fernández-Prieto.
Las noticias económicas del día con César Vidal y Lorenzo Ramírez.
Las noticias del día con César Vidal y María Jesús Alfaya.
Programa completo de La Voz de César Vidal publicado el lunes 16 de marzo de 2020.
Entre las consecuencias de la expansión del coronavirus, está el número de lecciones saludables que se deben aprender. La primera es que el sistema autonómico es una calamidad sustancial. Funciona bien para repartir el dinero que los chicos de la Agencia tributaria sacan de los bolsillos de los contribuyentes, pero, más allá de eso, cada vez que surge una crisis de mediana envergadura queda de manifiesto que no da de si.
La segunda tentación de Jesús fue la de conquistar el poder político (Lucas 4, 6-8). En contra de lo que algunos piensan, el Nuevo Testamento dista mucho de tener una visión romántica o rosada digna de una película. A decir verdad, describe la realidad no pocas veces en términos inquietantes. Lucas – igual que Mateo – no duda un segundo a la hora de afirmar que fue el propio Diablo el que afirmó poseer el control de los reinos del mundo – afirmación que, dicho sea de paso, Jesús no negó – y el que le mostró que podría entregarle todo el poder y la gloria de los mismos en virtud de una genuflexión.
Si algo caracteriza la predicación del cristianismo primitivo es su afirmación de que Dios no tiene sino que es amor (I Juan 4: 8). Ese amor no emana de un dios-papá Noel que tolera cualquier acción de los seres humanos. Semejante visión empequeñece ridículamente el mensaje del evangelio. Igualmente los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente a cabalidad el amor de Dios. Ésta es posible sólo por pura gracia, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 8-9). Y es que el amor de Dios fue muy costoso y, a la vez, justo porque Dios jamás renuncia a la justicia como si fuera un abuelito estúpidamente benevolente. Dios no podía pasar por alto nuestros pecados y, de hecho, Su amor se manifiesta en que cuando éramos Sus enemigos envió a Su Hijo Jesús a morir en sacrificio expiatorio por el pecado (Romanos 5: 8-11). Fue el mesías el que pagó con su sangre la salvación. Como enseña la Biblia, somos justificados por la fe no porque la fe sea una especie de obra – sólo un ignorante puede realizar esa afirmación – sino por que la fe es la vía por la que recibimos el sacrificio del mesías en la cruz y así somos justificados por la justicia de Jesús (Romanos 5: 1).