Que no da más de si ni el gobierno social-comunista ni la oposición es la segunda lección. Para subir los impuestos, endeudar a la nación y perder el tiempo con pavadas son únicos, pero puestos a enfrentarse con una crisis a lo más que llegan es a que las ministras se pongan guantes de latex cuando van a manifestaciones feministas. En China, el coronavirus se bate en retirada, se cierran los hospitales especiales y – me temo – se compra de baratillo los valores de las bolsas occidentales, pero el gobierno de Sánchez no se entera de nada. Finalmente, está la triste lección de la irresponsabilidad de buena parte del alegre y simpático pueblo español. Personalmente, no creo lo más mínimo que el coronavirus sea el apocalipsis ni tampoco que vamos a morir todos antes de que caiga el meteorito final. Sin embargo, sería de agradecer que la gente fuera responsable en momentos como éstos. No tengo la menor duda de que es absolutamente indispensable suprimir eventos aglomeratorios como las Fallas o las celebraciones de Semana santa. Ya sé que algunos han afirmado que se puede besar impunemente imágenes porque las manos inmaculadas de la Virgen acaban con cualquier virus. El argumento es fantástico porque, gracias a esa visión, en el siglo IV la peste se extendió más letalmente. No siempre se trata de fanatismo. En muchos casos, se afirma que no se pueden perder los ingresos de la Semana santa y de las fallas. Entiendo el argumento, pero si ahora mismo no se frena lo que todavía se puede detener, España llegará al verano con unas cifras de infectados y de muertos que provocarán el colapso del turismo con sus pésimas consecuencias. España debe actuar con sensatez, con sentido común, con inteligencia. Debe excluir el alarmismo, el pánico, el caos. Precisamente por ello, por este año, lo más cuerdo es que se supriman ciertas festividades si es que queremos llegar al verano en condiciones. Todo eso resulta indispensable, pero además debe sumarse la responsabilidad de la gente. Que las mamas lleven a los niños a jugar al parque porque no tienen clases; que la gente se precipite a las playas porque han cerrado su trabajo o que dentro de los casales la gente se aglomere para celebrar unas fallas felizmente suprimidas dice mucho de la irresponsabilidad social e histórica de buena parte del pueblo español. Su espíritu cívico es escaso, su sentido del orden es muy deficitario y su visión colectiva es prácticamente inexistente. Educado en siglos de sumisión supersticiosa a la iglesia católica y al rey es como los niños que, en cuanto que pueden se desmandan, sin pensar en las consecuencias. Seguro que a la vuelta de unos años imbéciles diversos dirán que todo se ha hecho bien y que la culpa es de la leyenda negra cerrando sus ojos porcinos y cerrando los de sus compatriotas a la realidad. Incluso hasta podrá utilizar argumentos como el de que somos el quinto país con más víctimas del corona virus, o sea, que ¡¡¡tenemos una clasificación mejor que la de Eurovisión!!!