Como muchos sabrán estoy pasando unos días en ese país apasionante que se llama China. Tengo algunas dificultades para conectarme a la red y comentar en mi Blog. Son molestias habituales cuando se viaja.
Después de su discurso en el Areópago, Pablo abandonó la ciudad de Atenas en dirección a Corinto. A decir verdad, a esas alturas, no le sobraban las razones para sentirse satisfecho.
Cuando todavía se emitía aquel maravilloso programa – sí, era maravilloso y no tengo la menor intención de ocultarlo – que se llamaba Camino del sur, primero, y Regreso a camino del sur, después, solía dedicar al menos dos emisiones al año a música sureña relacionada con la Navidad.
El primer gran discurso. El Sermón del Monte (II): el discipulado de Jesús (I)
Descubrí Farenheit 451, la novela de Ray Bradbury, gracias a Francois Truffaut. ¿Qué quieren que les diga? A mi ahora el cine de Truffaut, que me entusiasmó en la adolescencia, ya no me parece tan meritorio.
Me avisó de la noticia un amigo. Fue un lacónico “Glazunov ha muerto”.
No tengo el placer de conocerla en persona, pero hasta mi exilio transatlántico, ha llegado el comunicado que ha publicado usted sobre esa inmundicia moral conocida como lista de morosos de Hacienda.
Hace años, muchos años, entré en una librería del sur de Estados Unidos – hace tiempo que la cerraron - y pregunté por música country que fuera de contenido cristiano. No existía todavía el CD y me señalaron hacia un expositor de cassettes.