Es cierto que Aznar no llevó a cabo el programa de regeneración que esperaban millones de españoles y que así quedó establecido desde el principio cuando se negó a desclasificar los papeles secretos del GAL, la banda terrorista organizada desde el gobierno de Felipe González. Sin embargo, Aznar consiguió dos logros que obligan a pensar que su época fue la de mejor gobierno de la democracia. En primer lugar, logró en un tiempo relativamente corto y mediante instrumentos ortodoxos como la bajada de impuestos que España no sólo se apartara de las puertas de la quiebra a que la había llevado Felipe González sino que también cumpliera con los criterios de convergencia y pudiera entrar en el euro. Lo que vino después fue la época más próspera de toda la Historia de España. En segundo lugar, por primera vez desde el siglo XVII, España – aunque fuera de manera efímera – volvió a tener un papel relevante en el plano internacional. La foto de los Azores junto a Bush y a Blair provocó la rabia de una izquierda que nunca había logrado algo ni lejanamente semejante, pero resultó bien reveladora. El sistema no quedó reformado como hubiera sido de desear, pero Aznar le dio una década de vida próspera logrando que de cada cinco empleos nuevos en la Unión Europea, cuatro se crearan en España. Por añadidura, ETA se vio contra las cuerdas por primera vez y los nacionalistas vascos y catalanes se percataron de que sus respectivas corrupciones estaban en peligro. Cuando anunció que tras dos mandatos no permanecería en el poder, parecía obvio que su sucesor, Mariano Rajoy, sólo tendría que continuar aquella senda. No fue así. Los atentados del 11-M catapultaron a la Moncloa a José Luis Rodríguez Zapatero – ZP – y, en un trienio, las arcas repletas de la época de Aznar quedaron vacías y España entró en una grave crisis económica un año antes de que estallara en el resto del mundo. Luego, uno tras otro, los logros de Aznar fueron pulverizados de manera consciente y resentida. Quizá habrá que pensar que lo mejor de la Historia democrática de España quedó en el pasado.
Próxima semana: ZP o la izquierda inesperada