Entre los reformistas más relevantes por su proyección internacional estuvo Juan, el hermano de Alfonso de Valdés, al que ya me referí la última semana con ocasión de su aporte más genial: El Lazarillo de Tormes. Como Alfonso, Juan se escribió con Erasmo de Rotterdam desde 1528 y, al año siguiente, publicó su Diálogo de doctrina cristiana, un verdadero tratado para una reforma espiritual de la iglesia católica. A pesar de que algunos prelados lo contemplaron con agrado, el libro despertó las suspicacias de la Inquisición y Juan de Valdés optó, prudentemente, por trasladarse a Italia. Afincado en Nápoles, no sólo trató a personajes como Garcilaso de la Vega sino que se dedicó a la difusión del español – el Diálogo de la lengua lo redactó en torno a 1535 – y a la redacción de obras de reflexión teológica y exégesis bíblica así como a la creación de grupos que se reunían en las casas a estudiar las Escrituras y a orar. Aunque su discípula más famosa sería Julia Gonzaga entre los asistentes se encontraron el arzobispo de Otranto, Pietro Antonio de Capua; el vicario general de los capuchinos, Bernardino Ochino; el obispo de Cheronissa, Juan Francisco Verdura; el obispo de Catania, Nicolás María Caracciolo o Pedro Mártir Vermigli. La evolución de sus seguidores fue diversa. Algunos se mantuvieron en el seno de la iglesia católica aunque con posiciones muy cercanas a la Reforma; otros se decantaron abiertamente por el protestantismo. Ese fue el caso del propio Valdés con el que, de hecho, se inició la Reforma en Italia, una Reforma que continuó con Julia Gonzaga teniendo entre sus adherentes secretos a personajes como Miguel Ángel. Como tantos otros españoles, Juan de Valdés – uno de los más geniales y sensibles - sería desconocido en su tierra natal durante siglos – su Diálogo de la lengua no se editó hasta el siglo XVIII - y venerado por eruditos italianos, británicos y franceses que comprendieron su extraordinaria calidad literaria y su inmensa profundidad espiritual. El fenómeno se repetía y se volvería a repetir una y otra vez.
Próxima semana: Felipe II