Un libro reciente titulado Importación de armas en la guerra civil española. Discrepancias historiográficas con Ángel Viñas deja de manifiesto que es insostenible. Debido a Lucas Molina y Rafael Permuy, aniquila esa tesis de una vez y para siempre. Lucas Molina es uno de los mejores historiadores militares del momento y Rafael Permuy une a esa misma condición un conocimiento extraordinario del armamento derivado siquiera en parte de su condición militar. Molina y Permuy demuestran, entre otras cuestiones, en esta obra indispensable que, primero, no es verdad que las armas recibidas por el ejército de Franco fueran más y mejores; segundo, que no es verdad que el Ejército popular de la república contara con menor y peor ayuda militar y, tercero, que no es verdad que ese supuesto abandono fuera la causa de la derrota en la guerra civil. Por el contrario, mediante un examen riguroso y unidad a unidad de la artillería, los blindados y la aviación lo que queda de manifiesto es que hasta 1937, el bando republicano tuvo una superioridad clara en número y material que no supo aprovechar. El ejército rebelde fue asegurando, paso a paso, la victoria, pero no fue por contar con más y mejores armas. Las cifras son tan contundentes; las descripciones, tan exactas y los datos, tan irrefutables que a los defensores de la leyenda de la república solitaria y peor armada lo único que les queda es entonar la palinodia y reconocer sus groseros errores. El magnífico libro de Molina y Permuy no entra en el terreno político, pero la tesis hubiera podido ser la misma porque si, por ejemplo, Gran Bretaña – como he documentado ampliamente en varios de mis libros – no simpatizó con el Frente popular no fue porque abandonara a una supuesta democracia sino porque le constaba ya en 1936 que no era sino un proyecto totalitario que aspiraba a sovietizar España. Defender lo contrario a estas alturas es como escribir el Mortadelo aunque sea desde una cátedra. Por si acaso, lean pronto el libro porque si la nueva ley de memoria histórica prospera podrían ir a la cárcel por atreverse a hacerlo.