Es el caso de Frantz que acabo de ver en versión original y que ya se encuentra en DVD. En teoría, Frantz es una nueva versión de una película de Lubitsch de inicios de los años treinta, pero, en la práctica, es mucho más. No se trata sólo de que añade casi una hora al metraje de la obra inicial con episodios y conclusión totalmente nuevos. Es que esta nueva película dirigida por François Ozon tiene mucho más calado que el modelo original.
El punto de partida es un soldado francés que, poco después de acabar la primera guerra mundial, acude a un pueblo de Alemania a depositar flores en la tumba de un combatiente germano. A partir de ahí se desarrolla todo un encadenamiento de peripecias humanas en las que va brotando a la superficie desde el nacionalismo a la realidad de las guerras, desde el amor a la esperanza, desde la locura al tratamiento del pasado, desde el amor familiar al amor entre sexos. No voy a desvelar la marcha de la película y, mucho menos, su final. Sí puedo contar que se trata de una cinta rezumante de sentimientos nobles, de una belleza estética delicada y poco común y de una sensibilidad que conmueve. Es una película para degustar, para paladear, para disfrutar. Quizá el final no sea del agrado de todos – yo mismo hubiera preferido otro que me consta que no es posible – pero se trata de un auténtico buen cine, del que cada vez resulta más difícil encontrar en las pantallas. Se la recomiendo. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí tienen el tráiler de la película