Si algo caracteriza la predicación del cristianismo primitivo es su afirmación de que Dios no tiene sino que es amor (I Juan 4: 8). Ese amor no emana de un dios-papá Noel que tolera cualquier acción de los seres humanos. Semejante visión empequeñece ridículamente el mensaje del evangelio. Igualmente los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente a cabalidad el amor de Dios. Ésta es posible sólo por pura gracia, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 8-9). Y es que el amor de Dios fue muy costoso y, a la vez, justo porque Dios jamás renuncia a la justicia como si fuera un abuelito estúpidamente benevolente. Dios no podía pasar por alto nuestros pecados y, de hecho, Su amor se manifiesta en que cuando éramos Sus enemigos envió a Su Hijo Jesús a morir en sacrificio expiatorio por el pecado (Romanos 5: 8-11). Fue el mesías el que pagó con su sangre la salvación. Como enseña la Biblia, somos justificados por la fe no porque la fe sea una especie de obra – sólo un ignorante puede realizar esa afirmación – sino por que la fe es la vía por la que recibimos el sacrificio del mesías en la cruz y así somos justificados por la justicia de Jesús (Romanos 5: 1).
Escuché esta canción por primera vez al poco de convertirme. Aparte de su música dulce, casi acariciadora, su letra me llegó al corazón. El amor de Dios es, ciertamente, imposible de describir en toda su hondura y en no escasa medida resulta incomprensible salvo para aquellos que creen – bastante disparatadamente – comprenderlo ya que piensan que tiene que ser complementado por nuestros méritos o que es el propio de un Santa Claus tontilón. No es así y, de hecho, su inmensa grandeza aparece en la cruz y, ciertamente, como dice la canción que traigo hoy si todos los hombres fueran escritores, y cada hoja fuera un pincel y todo el mar estuviera formado por tinta… ni aún así lograrían describir todo el amor de Dios.
Se trata de una canción evangélica muy popular que, lógicamente, se ha traducido a numerosas lenguas. Yo les traigo dos versiones distintas entonadas en el programa de los Gaither, una musical y otra, finalmente, en español. Espero que las disfruten y, sobre todo, que mediten sobre tan sublime mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Primera versión en el programa de los Gaither
Segunda versión en el programa de los Gaither
Versión musical de violín
Una versión en español