Un día, invitado a un canal de televisión, volvió a intentarlo. Cuando el productor le dijo, de manera rotunda, que no habría orquesta para que entonara góspel, no se rindió y decidió cantar a capella. No había concluido la canción cuando las centralitas de la televisión se colapsaron a causa de las llamadas que preguntaban dónde podían encontrar un disco donde apareciera la melodía. El problema es que no existía grabación alguna, pero, dado el éxito, los productores le permitieron, finalmente, realizarla. La canción que había cantado se titulaba Peace in the Valley (Paz en el valle) y era el himno preferido de la madre del intérprete, una fiel diaconisa de una iglesia evangélica. La canción es un bellísimo canto de fe que parte de la realidad de que éste es un mundo duro.
A decir verdad – y esto lo digo yo que no la canción - el que lo niegue o es un poco melón o demasiado ingenuo. Es más, la misma palabra paz es pervertida y utilizada por los que la pisotean olvidando que, como dice la Biblia, “no hay paz para los malvados”. Sin embargo, frente a esas perversiones de la palabra paz existe una paz real que supera todo entendimiento – expresión de Pablo de Tarso - o que, según Jesús, es distinta a la que afirma el mundo. Ésa es la paz de la que habla la canción, una paz que disuelve el pesar y la tristeza y que, un día, será definitiva y absoluta. Es la paz que da Jesús y que la madre del cantante – que pasó muchas dificultades en su vida incluida la de perder al hermano gemelo del intérprete – esperaba. Es la paz que yo les deseo de todo corazón para que la disfruten y la saboreen. Como habrá imaginado quizá ya alguno, el muchacho que cantó aquella noche se llamaba Elvis Presley. A día de hoy – aunque no lo sepan muchos a aquel lado del Atlántico – sus discos más vendidos no son los de rock, sino los de góspel…
Y aquí está Peace in the Valley cantada a capella por Elvis Presley en aquella ocasión histórica. Paz real – Shalom como la llama la Biblia – para todos ustedes. Como escribió hace casi dos mil años, Pablo: “Por lo tanto, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesús el mesías” (Romanos 5: 1)