Sin embargo, el paso de los años me ha ido mostrando cómo muchas de esas situaciones no llegué a conocerlas hasta mucho tiempo después para quedarme maravillado de la manera en que el Señor me protegía sin que yo siquiera imaginara la situación en que me había encontrado. Mi experiencia al respecto ha sido tan clara que tengo la absoluta seguridad de que, cuando llegue a la otra orilla, descubriré que todavía existieron muchas ocasiones que yo nunca conocí. La clave de esa situación no pocas veces está en que alguien oraba por mi en esos momentos.
Lo último que se me ocurriría menospreciar es el inmenso poder de la oración. Estoy absolutamente convencido de que el Diablo y sus huestes demoníacas sienten un escalofrío desasosegante cada vez que alguien abre su corazón ante Dios. Fue el mismo Jesús (Mateo 6: 5-8) el que señaló que la oración no era la repetición de fórmulas, ni el exhibicionismo en el culto, ni los aspavientos ni las liturgias. La oración es, fundamentalmente, dirigirse a Dios – a Dios, no a criatura alguna - en lo secreto y en la convicción confiada de que El conoce mejor que nosotros lo que es bueno (Mateo 6: 8). Aquellos que pidan, recibirán; aquellos que buscan, encontrarán y aquellos que llaman contemplarán cómo se les abre (Mateo 7: 7) porque Dios actúa mucho mejor que el mejor de los seres humanos.
La canción que quiero compartir hoy recoge todos estos extremos: la posibilidad de acudir a Dios, la seguridad de que escuchará al que se dirija a El en oración y la certeza de que muchas veces hemos salido de las peores situaciones porque alguien estaba orando por nosotros. Sólo conozco la versión que les acompaño del gran Charlie Daniels. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí está Charlie Daniels