No cabe la menor duda de que la ciencia siempre ha estado al servicio de la libertad. Basta pensar en cómo la imprenta ayudó a la causa de la Reforma en el siglo XVI, el radar a los británicos durante la Batalla de Inglaterra y ahora, en pleno siglo XXI, internet permite llegar a donde nunca pensaríamos. No sorprende que quieran controlar internet. Les rompe la capacidad casi omnipotente de imponer sus mentiras. Precisamente a desmontar mentiras – las del repugnante nacionalismo catalán – dedicaré la tarde.
El círculo de legisladores me ha invitado junto con el Instituto de estudios estratégicos y de relaciones internacionales y el congreso de la nación a dictar la conferencia La crisis de la declaración de independencia de Cataluña: una visión realista. Todos los asistentes eran miembros del legislativo argentino e incluso nos honró con su presencia una antigua primera dama. Difícilmente, hubiera podido tratarse de un público más adecuado.
Durante una hora, iré desgranando la verdad histórica de Cataluña – que nunca fue una nación ni un reino y que jamás pasó de ser una parte de la corona de Aragón – los privilegios que lleva disfrutando desde el siglo XVIII a costa de las otras regiones de España, la manera en que ha visto aumentados esos privilegios durante los últimos cuarenta años y la forma en que discrimina miserablemente la lengua española y mantiene unos medios y una enseñanza totalmente fanatizados a la vez que saquea al resto de la nación. Los datos que di fueron contundentes. Una auténtica lluvia de hechos objetivos y cifras. Las conclusiones, expresadas en el tiempo de preguntas, no pudieron ser más claras. “Cataluña es la niña mimada de España” o “¿Y no les traería más cuenta dejar que se vayan?”, fueron algunas de las frases que esuché. Lo primero es innegable. También lo segundo, pero hay millones de habitantes de Cataluña que se sienten profundamente españoles y no pueden ser abandonados a su suerte.
Me quedó la satisfacción, desde luego, de que miembros destacados del legislativo argentino hayan podido comprender la realidad de Cataluña, la mentida millones de veces por el nacionalismo y la ocultada por el propio gobierno español que lleva pensando tiempo en cómo traicionar otra vez al conjunto de España para favorecer a las oligarquías catalanas… como han hecho todos desde que esas oligarquías convencieron al desequilibrado Felipe V para que las cubriera con privilegios.
Del Círculo de legisladores he de salir corriendo para una entrevista con mi amigo Bongarrá. La persona que me lleva fue en su día un católico de relevancia y conoció, por ejemplo, bastante a Bergoglio. De él me dice que es persona nada interesada por lo material, pero, sustancialmente, un político. Sabe cuáles son sus objetivos políticos y cómo alcanzarlos, donde tiene que detenerse ahora y cuando continuar el camino hacia la meta. Poco o nada espiritual, pero gran táctico, según mi acompañante. Por cierto, acompañante que, un día, descubrió la enseñanza de la Biblia y - ¿podía ser de otra manera? – abandonó la iglesia católica. Es totalmente lógico aparte de constituir la única opción coherente e íntegra. Desde luego, los años han pasado y él sigue más que satisfecho de haber cambiado la iglesia católica por una relación personal con Dios a través de Cristo.
La entrevista con Bongarrá resulta grata como siempre, agradable como siempre, de las que se me hacen cortas. Bongarrá además me hará cantar al final. Les adelanto que con una canción que no me sé en español – aunque sí en inglés – y sin ensayo previo el resultado no es muy halagüeño. No les cuento nada de lo hablado porque les incluyo el video. Al final, como guinda de un día maravilloso, Bongarrá me llevará al hotel y antes nos detendremos en el Café Torloni, uno de mis lugares preferidos en Buenos Aires. ¡Ah, gran ciudad… y gran amigo!
CONTINUARÁ
Y aquí tienen ustedes el video de la entrevista