Los chinos han logrado convertir el parque donde se reúnen varias decenas de tigres en una apasionante atracción turística. Pasar por entre esos animales hermosos y, a la vez, extraordinariamente peligrosos constituye una experiencia única en la que no falta la contemplación de cómo una gallina lanzada en su entorno apenas logra unos segundos en ser capturada. Pero más interesante resulta contemplar el orden social de estos animales. Entre ellos, hay una jerarquía, unas reglas sociales, una separación clara de sexos, una búsqueda de la fertilidad que sólo puede dar una relación heterosexual y unos deberes de carácter colectivo que se perciben prácticamente a simple vista. Los que quieran divertirse viendo a las fieras pasarán, sin duda, un rato extraordinario; los que se molesten en ver su conducta descubrirán que existe algo en la Naturaleza que nos enseña y que nos muestra hasta qué punto le volvimos la espalda hace mucho, mucho tiempo.
Abandonamos Harbin contentos de la experiencia. Yo, de manera especial, me siento abrumado por el avance en infraestructuras conseguido por los chinos. Aeropuertos, autopistas, estaciones de tren no tienen nada que envidiar a las de Europa e incluso los Estados Unidos. Es más, en algunos casos, resultan claramente superiores. Lo voy a comprobar de camino a Nanjing, pero de eso hablaré otro día.
CONTINUARÁ