Las imágenes aparecidas en los medios no son completas así sólo se ha podido ver cuando aparece esposado y también cuando, tendido en el suelo, un policía le colocó la rodilla en el cuello y el detenido afirmaba: “No puedo respirar”. Existen, sin embargo, testimonios de que George Floyd se resistió a los policías y se negó a entrar en el auto policial alegando que era claustrofóbico lo que obligo a los policías a reducirlo. Floyd murió poco después. Aunque se atribuyó su fallecimiento a la brutalidad policial, la primera autopsia apuntó como causa de la muerte a la salud previa del difunto y a la droga que llevaba en el organismo y la segunda, pagada por la familia, aún reconociendo la acción del policía, ha insistido también en el consumo de drogas y problemas de salud previos. Su muerte es verdaderamente lamentable como resulta intolerable la brutalidad policial, pero, infinitamente peor es que se aprovechen para intentar sumir la nación en el caos. No se trata – como repiten los ignorantes – de la pobreza y del racismo. La realidad es mucho más sórdida. A la indignación comprensible y pacífica de muchos manifestantes se ha superpuesto la acción de saqueadores ya que, al parecer, llevarse siete cajas de zapatos o televisores y otros electrodomésticos es una forma de protestar contra el racismo. A estos ladrones comunes que deben ser castigados rigurosamente se ha sumado la intervención de los antifas, un grupo subversivo que también ha actuado criminalmente en España y otras naciones occidentales. Blancos y enmascarados, aparecen incendiando, arrojando cócteles molotov y practicando la violencia por doquier como si estuvieran en Barcelona o San Sebastián. No hay nada de espontaneo en su barbarie y en su brutalidad y la investigación, como ha señalado el fiscal general, llegará hasta el final. A millones de norteamericanos les quedan dos consuelos. El primero es que el futuro legal de los antifas no va a ser tan fácil en Estados Unidos como en Cataluña o las Vascongadas donde incluso pueden vivir de la teta del estado. El segundo es que, con un Biden diciendo que los negros que votan a Trump no son negros, cada día de desorden que pasa suma votos al actual presidente.