Junto con la ayuda material de los anglo-americanos, comenzó a exigir la apertura de un segundo frente. La Operación Torch en las primeras semanas de 1943 enfrentó por primera vez a los americanos con las fuerzas alemanas en el norte de África y unos meses después el VIII Ejército de Montgomery y el VII de Patton desembarcaron en Sicilia. Sin embargo, la campaña de Italia no fue el ansiado segundo frente. A decir verdad, los partisanos de Tito inmovilizaban en Yugoslavia a tantas divisiones germanas como ingleses y americanos en la península italiana. De hecho, hasta julio de 1944, con el desembarco en Normandía, no pudieron los aliados occidentales cumplir su promesa a Stalin. A punto estuvieron de no conseguirlo. Que Gran Bretaña y Estados Unidos iban a llevar a cabo la invasión era algo sabido, que se intentó entorpecer con hábiles juegos de contrainteligencia en los que participó el español Garbo es cierto y que el esfuerzo logístico carecía de precedentes no puede ponerse en duda. Sin embargo, todo pudo acabar en desastre. El Alto Mando alemán estaba dividido en cuanto a la táctica más adecuada para enfrentarse a la invasión. Rommel, la pesadilla de los británicos en África del norte, era partidario de impedir el desembarco y para ello se esforzó por detener en las playas a los aliados sembrándolas de minas y de obstáculos como los denominados “espárragos de Rommel”, unas composiciones de hormigón y hierro que imposibilitaban el avance. Von Rundstedt, por el contrario, sostenía que debía permitirse el desembarco para aplastar al enemigo en tierra. Lo cierto es que la operación aerotransportada llevada a cabo por las 82 y 101 divisiones americanas en la retaguardia enemiga se saldó con un fracaso y los obstáculos de Rommel se dejaron sentir de manera devastadora en la playa Omaha donde los americanos cosecharon la mayor parte de las bajas del primer día. A decir verdad, el denominado “día más largo” fue todo menos un éxito. Los aliados sufrieron doce mil bajas – más de cuatro mil muertos - frente a mil de los alemanes. Por añadidura, en ese primer día debían tomarse Carentan, St. Lô, Caen y Bayeux y todas las playas tenían que quedar conectadas a lo largo de un frente de entre 10 y 16 kilómetros. No se conquistó ni uno solo de los objetivos – Caen estuvo en manos alemanas hasta el 21 de julio - y las playas no quedaron conectadas hasta el 12 de junio. Si todo no acabó en desastre se debió fundamentalmente a cuatro razones. En primer lugar, Rommel no había conseguido acabar sus labores de fortificación; en segundo, Hitler mantuvo en Calais las fuerzas acorazadas convencido de que el desembarco en Normandía era una mera operación de engaño; en tercero, los aliados contaron con una aplastante superioridad aérea – justo lo que Rommel más había temido – y en cuarto y más importante, el ejército soviético sacó las castañas del fuego a los anglo-americanos. El 22 de junio, con los aliados aún atascados en Normandía y a petición de Churchill y Roosevelt, un millón doscientos mil soldados soviéticos se lanzaron sobre los alemanes en la denominada Operación Bagration impidiendo a los alemanes presentar una defensa sólida en el norte de Francia. El segundo frente se había abierto para ayudar a la URSS y fue la URSS la que se ocupó de que ese segundo frente no se saldara con un fracaso. Hollywood, por supuesto, nunca lo contó así. Quedaba menos de un año para el fin de la guerra.