Estoy seguro de que habrá gente que se va a enfadar y mucho, pero debo decir que la culpable real de esta situación es la propia España. Viví en Estados Unidos y en algunas naciones de la UE, el segundo mandato de Aznar y me consta que fue la primera vez en que España disfrutó de un respeto – y un papel – internacional desde el siglo XVIII. Lamentablemente, de entonces a acá, han terminado por tomar a España por el pito del sereno. De entrada, vino ZP. Medios y políticos pueden decir lo que quieran, pero en Europa resuenan todavía las carcajadas de cuando ZP decidió pagar la factura de la entrada – que nunca debió producirse – de las naciones del este de Europa en la UE. Blair se lo agradeció en público y no es para menos ya que no es fácil encontrar a un majadero que pague los banquetes ajenos aunque también es verdad que ZP no lo hizo con dinero propio sino de todos los españoles. Después se dejó de acosar en la UE a la organización terrorista vasca de todos conocida provocando la convicción creciente de que España era todo menos una nación seria. Si además se escuchaba lo que decían sobre España desde las embajadas catalanas y vascas, el desprecio sólo podía aumentar. Quizá tampoco podía esperarse algo diferente cuando ZP se morreaba con sujetos de la calaña de Evo Morales o Hugo Chávez. Para colmo, España demostró una absoluta incapacidad para controlar sus cuentas – estuvimos unas horas en suspensión de pagos y nos tuvieron que salvar de consuno Obama y Xi – extendiéndose así la convicción de que, como escribió el clásico francés, África comienza en los Pirineos. A esas alturas, eran legión los que pensaban que España era todo menos fiable, que no sentía el menor respeto por si misma y que no sólo es que no respondía a las bofetadas sino que incluso se las propinaba a si misma. Lamentablemente, como relataré en la próxima entrega, con Rajoy nada mejoró.