Para sostener la reforma, el gobierno ruso ha difundido un video que todo el mundo se ha puesto a tildar de homófobo, fascista y criminal. Yo he visto el video. En él aparece un niño que espera a ser adoptado por un matrimonio y que pregunta por la mamá cuando aparece el padre adoptivo a recogerlo. Al contemplar que la pareja está formada por dos hombres en el rostro infantil se refleja la desolación. No hay nada en el video demagógico, falso o exagerado. Simplemente se refleja de manera visual algo que se repite miles de veces en nuestras sociedades, pero que se quiere evitar que contemple la sociedad. Es la pavorosa realidad de que las adopciones han dejado de ser una institución jurídica en defensa de los menores para convertirse en un mecanismo de satisfacción de frustraciones de adultos. Dado que las parejas homosexuales son, por definición, estériles, la adopción es, junto con la inseminación de las lesbianas, uno de los mecanismos para tener hijos. Lo que pase con esas criaturas que se ven privadas de un entorno familiar natural a la sociedad no debe importarle un pimiento. Es más. Hay que impedir que la gente de a pie vea la verdad de la misma manera que no debe contemplar lo que pasa con un feto en el momento del aborto. Todo menos que la realidad quede de manifiesto no sea que alguien reaccione. Cada vez estoy más convencido de que existe una Justicia cósmica que no permanece indiferente ante las culturas que abandonan a los ancianos, a los no-nacidos y a los niños. Esa Justicia acaba ejecutando Sus juicios en la Historia. No creo que vayamos a vivir una excepción en la presente época. Claro que cada cual debe pechar con sus responsabilidades. Si yo fuera ciudadano ruso y tuviera que votar en este referéndum, aunque sólo fuera por este video, votaría sí.