Allí estaban muchos de los amigos de estos muros, pero también no menos lectores y antiguos oyentes que me contaban cuáles eran sus libros preferidos de entre los escritos por mi o me interrogaban acerca de cuándo regresaría a la radio y a la televisión. En un momento determinado, la librera de la firma del sábado no pudo resistir el impulso de decirme que estaba sorprendida del tipo de lectores que tenía porque se les veía que me querían mucho, que me profesaban un inmenso cariño, que no sólo estaban interesados en mis libros. Le dije que era recíproco porque que resultaba cierto y era imposible de negar. Pero es verdad que no es ni mucho menos habitual que un escritor y sus lectores tengan una relación tan estrecha y personal. Todo ello quedó todavía más de manifiesto en la reunión que tuve con paseantes de estos muros la tarde del domingo. Miedo me da el comentar los nombres porque temo que se me quede alguno en el tintero, pero, convocados por Romina, por allí aparecieron, entre otros muchos, Mari Carmen, Gabriela, Victoria, Ana, Vicente, Pedro, Cristina, Sharon, Angelines, Lucas y un largo etcétera culminado en nuestro querido Ceballos que nos permitió una vez más contemplar sus sugestivos dibujos. Los había de Madrid, pero también gente que había venido de Extremadura, de Andalucía, de las dos Castillas, de Levante… Echamos de menos a otros como a Miquel Rosselló – al que una de las paseantes definió como “un amor” – y al que todos agradecimos que salvara las páginas de Facebook en su día. Conté lo que había sido este primer año de exilio, pero muchos más interesantes fueron las preguntas, los comentarios, las aportaciones de los paseantes. Espero en los próximos días, poder colgar la grabación del evento y creo que tendrán ustedes ocasión de comprobar que así es. Con todo, debo subrayar que, por encima de todo ello, lo más importante con diferencia no fueron mis pobres palabras sino el afecto, el cariño, el trato agradabilísimo que todos dispensaron. A pesar de que la inmensa mayoría nos encontrábamos por primera vez, nos sentimos como si fuéramos amigos de toda la vida y, efectivamente, así era porque casi a diario - ¡o varias veces a diario! – hemos tenido ocasión de cultivar esa amistad en el ciberespacio. Para mi fue, sobre todo, la ocasión de ver que estos muros son, gracias a Dios, mucho más importantes que un lugar para decir donde se encuentra uno en este momento, que a miles de personas les sirven de inspiración y que en no pocos casos han servido de instrumento para cambiar vidas. Adelanto ya que en la página web, se abrirán en unas semanas dos secciones nuevas, quizá tres, que – espero – puedan ser de utilidad para sus visitantes. Impulsa su aparición el deseo de servir a la gente de la manera más desinteresada, o más bien, sólo interesada en su bien. En otro orden de cosas, les adelanto que quedan todavía firmas este fin de semana, más dos nuevas que se han añadido por el éxito de las de la semana pasada para el día 15 de junio. Espero a todos los que no hayan podido acudir hasta ahora.
Estos días, tendrán ustedes que disculpar que no pueda mostrar la diligencia habitual en atender mis páginas, pero he de someterme a dos operaciones quirúrgicas – cuento con sus oraciones – y afectarán a mi capacidad para poder escribir y leer. Espero su indulgencia hacia esta flaqueza mía que, gracias a Dios, será pasajera.
Y concluyo porque no deseo aburrirlos más. Ahora, ya mismo, tengo que decirles las únicas palabras que pueden pronunciarse en su honor y que llenan mi corazón de una gran felicidad por la calidad humana mostrada por ustedes: Hasta que nos veamos la próxima vez, gracias, gracias, gracias… ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!