He recordado la anécdota tras leer, repetida y atentamente, el informe publicado por la Comunidad de inteligencia de Estados Unidos sobre la intervención de agentes rusos en las elecciones presidenciales de 2016. El texto señala de manera más que clara que “el presidente ruso Vladimir Putin ordenó en 2016 una campaña para influir enfocada sobre la elección presidencial en Estados Unidos. Las metas de Rusia eran menoscabar la fe en el proceso democrático de Estados Unidos, denigrar a la secretaria Clinton y dañar su capacidad para ser elegida y poder obtener la presidencia. Además afirmamos que Putin y el gobierno ruso desarrollaron una clara preferencia por el presidente electo Trump. Tenemos alta confianza en estos juicios”. Además el informe sostiene: “también afirmamos que Putin y el gobierno ruso aspiraban a ayudar las posibilidades de elección del presidente electo Trump cuando fuera posible desacreditando a la secretaria Clinton y contrastándola públicamente con él de manera desfavorable. Las tres agencias concuerdan en este juicio. La CIA y el FBI tienen alta confianza en este juicio, la NSA tiene una moderada confianza”. La razón para la supuesta injerencia rusa sería que “Moscú también vio la elección del presidente electo Trump como una manera de forjar una coalición internacional contra el terrorismo dirigida con el Estado Islámico en Iraq y en el Levante (ISIL)”. En otras palabras, Putin consideraba que Hillary Clinton no enfocaría su política en Oriente Medio hacia la derrota de ISIS, pero que Trump sí asumiría esa línea de acción.
Para llegar a esa conclusión – aparte de la afirmación de que Putin quiere acabar con ISIS – las tres agencias de seguridad señalan que, a inicios de octubre, todo indicaba que Hillary ganaría a las elecciones mientras que Donald Trump se enfrentaba con pésimas perspectivas especialmente después de que el Washington Post publicara un video con más de una década de antigüedad donde Donald Trump realizaba comentarios desagradablemente rijosos sobre las mujeres. Cuando ya podía dar Hillary las elecciones por ganadas, las informaciones que fueron publicándose entonces en torno a Hillary Clinton y a su equipo contribuyeron a perjudicar su imagen favoreciendo a Trump.
De manera bien significativa, la comunidad de inteligencia se libra de pillarse los dedos en el espinoso tema de si Putin decidió las elecciones señalando que “no realizamos afirmación respecto al impacto que las actividades rusas tuvieron en el resultado de la elección de 2016. La Comunidad de inteligencia de Estados Unidos está encargada de la monitorización y evaluación de las intenciones, capacidades y acciones de los actores extranjeros; no analiza los procesos políticos de Estados Unidos o la opinión pública de Estados Unidos”. Sí es bastante elocuente sobre la manera en que, según la comunidad de inteligencia, actuó Rusia fue utilizando “trolls al igual que a RT – una cadena rusa de TV – como parte de sus esfuerzos para influir en denigrar a la secretaria Clinton. Este esfuerzo amplificó las historias sobre escándalos acerca de la secretaria Clinton y el papel de WikiLeaks en la campaña electoral”. Junto a los trolls y la cadena RT, el informe añade que ”aseguramos con alta confianza que el GRU – el servicio de inteligencia militar ruso – utilizó el Guccifer 2.0, DCLeaks.com y WikiLeaks para entregar datos de las victimas norteamericanas en operaciones cibernéticas públicamente y en exclusivas a medios de difusión”. El texto insiste además en que Moscú “muy verosímilmente” entregó datos a Wikileaks dada “su autoproclamada reputación de autenticidad”.
Juzguen ahora ustedes lo que esto significa. Hillary Clinton con el respaldo de Wall Street, de la práctica totalidad de los medios de comunicación, de los lobbies más poderosos y de Hollywood casi al completo, acabó mordiendo el polvo… ¡gracias a la acción de una cadena que, en términos comparativos, se ve menos en Estados Unidos que cualquiera municipal en España, de un puñado de agentes en internet y quizá de WikiLeaks! Pueden pensar ustedes lo que quieran, pero si esa descripción se corresponde con la realidad hay que llegar a la conclusión de que los espías rusos cuentan con poderes casi sobrenaturales que les convierten en capaces de solucionar una multitud de problemas insolubles. ¿Quieren derrotar en las urnas a gobiernos como los de Morales, Maduro o Correa? ¡Llamen a los rusos! ¿Quieren acabar con el terrorismo islámico? ¡Llamen a los rusos! ¿Quiere Montoro reducir una deuda nacional de más del 100 por 100 del PIB y ajustar el déficit? ¡Llamen a los rusos! ¿Quiere el gobierno frenar a los nacionalistas catalanes? ¡Llamen a los rusos! ¿Quiere la Unión Europea controlar la avalancha inmigratoria que desborda sus fronteras? ¡Llamen a los rusos! Incluso quieren asegurarse de que las elecciones serán limpias y sin injerencias extranjeras… pues llamen a los rusos. Si efectivamente siendo cuatro y el de la balalaika han conseguido influir decisivamente en las elecciones norteamericanas no es que sean dioses, pero por fuerza, como diría Connery, deben ser casi lo mismo.